Ayer tarde acudí a la inauguración de New Palomar, el nuevo campo de golf construido en las cercanías de Puerto Banús para el goce y disfrute de la últimamente alicaída aristocracia marbellí. Todo el que es alguien estaba allí para dar brillo al acontecimiento. Putita Pelagatos, marquesa de Esparraguera, dama de mundo, brillante conversadora y mejor amiga ofició de anfitriona, con lo que el éxito de la fiesta estaba por descontado. De las ocho en adelante, de riguroso sport, pudimos conversar con lo más granado.
Ana Obregons y su inseparable Darek fueron de los más madrugadores, ella con ese porte tan juvenil, él tan enamorado. Nuestra inquieta Anita nos dijo que va a emprender una nueva aventura empresarial de la mano de Darek, pues van montar una fábrica de paraguas en plena Costa del Sol. Qué olfato!!
El Marqués de Jumilla, consumado golfo, perdón, golfista, acabó la reunión con 14 cubatas, cuatro sobre el par del campo, e intentando convencer a Anka Gutiérrez de lo bien que maneja el palo cuatro. Por su parte, Anka comentó lo ilusionada que estaba con su nuevo proyecto, un musical basado en los Amantes de Teruel, próximo a estrenarse en Murcia bajo el patrocinio de Cafés Marcilla. .
Borja Thiessen se pasó un momento a saludar antes de enfilar su yate a Montecarlo, donde le esperan duros días de casino, fiestas y compras. Resignación, amigo Borja, resignación.
Dinio juraba y perjuraba que no tiene nada que ver con
El acto solidario de la noche consistió en una colecta para la construcción de un campo de golf en Bagdad, para que los marines se relajen después de las duras jornadas recogiendo cadáveres por las calles.
Hablamos también con Maite Zaldibar sobre el código penal, con Yola Berrocal sobre la elaboración de sobaos pasiegos, con Pipi Estrada del estado en que se hayan las duchas del vestuario del Madrid, y con Marina Castaño, condesa viuda, sobre la influencia de la picaresca en la obra de Stephen King.
Los martinis secos a Putita siempre le han sentado estupendamente, y a última hora quiso deleitarnos con su particular versión de Casta Diva, momento que el personal aprovechó para continuar la noche en los garitos de Puerto Banús. No quise abandonar a mi amiga en un momento tan emotivo, aunque me costó el que dejara a Norma en paz. La llevé a su mansión donde conseguí que se olvidara de sus delirios operísticos a base de mucho cha-cha-chá.
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