Wenceslao Rebellón nació para el periodismo. Nunca tuvo que perder el tiempo en ir a clases o sacar títulos, pues a los reporteros de casta se les ve en la calle, siempre ojo avizor ante la actualidad, olfateando la noticia, a la caza de la exclusiva.
Empezó de meritorio en
Después de pasar por las páginas de contactos del Abc, donde depuró su estilo a base de escribir anuncios del tipo “beata renegada busca novicio vicioso”, le llegó su primer puesto de responsabilidad, la sección de esquelas en Muy Interesante, donde amplió su cosmovisión al enterarse de que la tierra era redonda. Varios años estuvo con mano firme en este puesto, hasta que la tensión por tanta responsabilidad pudo con él y buscó algo más tranquilo. Esta es la razón de que aceptara dirigir el suplemento literario de Marca. Gracias a él allí vieron la luz las memorias sexuales de Butrageño, ensayos sobre el carácter épico de los bolos a cachete, o las secretas relaciones entre el golf y los templarios. Nuestro colaborador CCC también contribuyó con encendidas críticas a la gimnasia sueca.
A estas alturas y con semejante bagaje, Wenceslao solo podía cambiar para mejor. Así que a nadie le extrañó cuando asumió la sección de economía de Qué me dices, líder en su sector y lectura obligada en Hong Kong y Wall Street. De esa época vienen sus campañas de apoyo a los productos españoles, como el cava en tetrabrik o la mermelada de melón. Al final unas acusaciones infundadas de haber utilizado para su beneficio las informaciones de la fusión entre Pescaderías Pez y Congelados Peláez hicieron que abandonara el puesto.
Después de encargarse temporalmente de los pasatiempos en Revista de Occidente, y de la sección veterinarios de guardia en Jara y Sedal, no pudo resistir la oferta que desde Repámpanos le hicimos para que se encargara de la vida social.
Ya habrán visto que Wenceslao es un periodista polifacético que nos mantendrá informados de toda clase de eventos que sazonan el mundo del corazón. No habrá noviazgo, boda, ruptura o reconciliación en la que Wenceslao no meta la nariz para después correr a contárnoslo
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