jueves, 23 de agosto de 2007

Carnes y calzoncillos



El trueque está de moda, ya nos se lleva el dinero. Cambiar bienes o servicios es una manera de luchar contra el liberalismo salvaje que nos asola. Así lo ha debido entender el protagonista de la noticia aparecida en El Correo, “Acuchilla a un carnicero por no darle comida a cambio de sus calzoncillos”. La dificultad del trueque radica en que tienes que encontrar alguien interesado en lo que tú ofreces, y en este caso, el carnicero no andaba muy necesitado de gayumbos. La noticia no nos aclara si es que los calzoncillos no eran de su estilo, le quedaban pequeños, o quizás cabía la sospecha de que fueran de segunda mano, con lo que su valor menguaría considerablemente. Otro problema añadido es el pasar el valor de la prenda a chuletas, que no sería asunto baladí. Bastante brega el carnicero a diario con las amas de casa como para que encima le vengan con estas gaitas.

La respuesta desmedida del propietario de los calzoncillos a la negativa del chacinero quizás se deba a la frustración propia de quien lleva ya muchas tiendas intentando el cambio sin éxito. Otras fuentes informan que la prenda estaba valorada en cuarenta euros, dinero más que suficiente como para que el carnicero le diera para hacer una barbacoa, o por lo menos unos muslitos de pollo. Lo que está claro es que el hombre no ha entendido bien el espíritu del trueque, ya que obligar cuchillo en mano al cambalache no es una buena táctica para negociar, pues al final le trincaron los municipales. ¿Intentaría colocarles a ellos el gayumbo?

No hay comentarios: