Ya sabemos que el deporte nacional no es el de acudir a las bibliotecas, pero encima, para una vez que a alguien se le ocurre entrar en una, resulta que no es para ilustrarse sino para birlar. Y claro, si lo hubiera hecho en una biblioteca de barrio mientras sesteaba el ímprobo funcionario no hubiera pasado nada, pero robar en la biblioteca nacional como que se nota más. Y no robaron el manuscrito autógrafo del último bodriete de
El equipo de investigación de Repámpanos ha tenido acceso a informaciones que indican que el robo de documentos es mayor de lo que se dice. Papeles de gran importancia histórica están en paradero desconocido, testimonios de primera mano de nuestro pasado van de mano en mano. Vamos a dar una relación exhaustiva, y si se diera el caso de que ustedes les echaran el ojo, avisen a la autoridad competente.
El más antiguo es la lista de bodas de D. Rodrigo y Dña. Ximena, documento básico para saber los usos y costumbres en el Burgos del siglo XI. Aquí se ve como la malquerencia entre Mío Cid y García Ordóñez viene del parco presente, un gorro para dormir, que éste le regaló.
Manuscrito salido de la pluma del mismísimo Alfonso X, el rey sabio, titulado “Facienda sobre la vera manera e uzos de la cría de la gallina”, piedra angular de la ciencia avícola.
Carta de Hernán Cortés a un su amigo, en la que le relaciona ciertas adversidades sufridas en su persona y le pide opinión sobre los baños de asiento. Básico para entender la faceta más reflexiva de este hombre de acción.
Proyecto encargado por el Conde-Duque de Olivares para hacer navegable el Manzanares, y así Madrid poder competir con Londres y Paris en cuanto a lo de presumir de vías fluviales.
Decreto de Carlos III por el que se creaba
“El sombrío sino del doncel errante” novelón anónimo atribuido a Larra por el inverosímil argumento y la espesa prosa.
Discurso completo de Salmerón en el casino de Madrigal de
Legajo con unas cincuentas cartas, de amor mayormente, entre Millán Astray y la cabra de
Mapamundi de Bilbao, impreso en Gráficas Tintigorri S. L. y que no tiene nada que envidiar a los de Ptolomeo.
Jirones de nuestro pasado vendidos al mejor postor. Hay que poner coto a tales desmanes. Es nuestro deber el conseguir que esta documentación vuelva al lugar que le corresponde, que no es otro que el de criar polvo en el maternal seno de la biblioteca nacional.
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