viernes, 30 de noviembre de 2007

La Oreja se queda sin voz


Terremoto musical, catástrofe artística, quiebra del pop; llámenlo como quieran, pero la espantá de Amaia del grupo líder del sonido merengado, La Oreja de Van Gogh, deja a los de Ñoñosti con el trasero al aire. La moza que con tan poco garbo desgranaba esos temas tan blandengues parte hacia otras metas artísticas, que ni queremos imaginarnos, pero nos tememos que andarán a medio camino entre las empalagosas baladas de Tamara y el pop sinsorgo de la Torroja.

Y quien nos cantará ahora esas bellas melodías hechas a medida para tomar batidos de fresa en el Burger King del centro comercial, escuchar camino de la playa en el golf que te ha regalado papa, o tararear en las fiestas de cumple de las de clase. Gran dilema, al que se une el de que a pesar de su éxito, a La Oreja les convendría evolucionar un poco, no se vayan a dormir en los laureles. Aprovechando el cambio de vocalista, podrían imprimir un nuevo rumbo a su carrera. Paulina Rubio, demasiado pija hasta para ellos, es volver a lo mismo, así que aquí van unos cuantos nombres que darían un vuelco a la línea del grupo.

Cristina del Valle: desde que dejó su pareja de Amistades Peligrosas no vende un disco ni en el top manta. Lo intentó con el soplagaitas de Hevía e ídem de ídem, por lo que cual un Bob Geldof cualquiera, no se le ocurrió nada mejor para seguir en la pomada que abanderar causas solidarias, mujeres maltratadas, no a la guerra, reforestación de los Monegros. Esta faceta concienciada es la que le convendría a la Oreja, que unas cancioncitas sobre el cambio climático o en defensa de la anchoa del cantábrico le abriría nuevos mercados.

Rosa de España: la pollera devenida a cantante, ejemplo de artista hecha a si misma, pero de carrera un tanto errática, aportaría el toque racial y soul para galvanizar a las masas que los sábados noches mueven el esqueleto mientras sujetan el cubata.

Tamara: la precoz cantante de boleros requetesobados, no la genial hija de la Seisdedos, ganaría para el grupo todo el segmento de la tercera edad con posibles, de los que se pegan cruceros por el caribe y veranean en Marbella.

Massiel: la tanqueta de Leganitos es una fuerza de la naturaleza capaz de levantar los más melifluos temas escritos por los donostiarras. Además, el sonido tupperware de la Oreja es ideal para presentarse a Eurovisión, y con la experiencia de la la la madrileña, por fin ganar el dichoso festival.

Carmen de Mairena: quizás demasiada artista para tan poco grupo, pensarán algunos. Coplas como “Yo soy esa que pone la cosa tiesa”, elegante y sin segundas intenciones, nacida de su experiencia de la vida, y de la calle, llenaría las pasteleras canciones del grupo de sabor arrabalero, olor a puro y a colorete barato, pero sin duda, ganarían en autenticidad.

Pedro Ruiz: supondría sin duda un cambio radical la inclusión de este francotirador cultural, que ha hecho el payaso como humorista, pensador, actor, escritor y también cantante. Este galán crepuscular dejó indelebles traumas a todos los que vimos el clip de Ámame, pedazo de temazo tomatero, y junto a los chicos de La Oreja, rozaría lo sublime. Su target sería el de antiguos votantes de UCD desencantados con la deriva musical de Chiquetete.

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