Mucho miedo se pasa en Halloween, pavor da lo que se ponen algunos, y no por lo fantasmagórico sino por el mal gusto que gastan. Atilio Ventimiglia en noches como esta flipa en colores con el atrevimiento del personal a la hora de disfrazarse. Se dio una vuelta ayer por las zonas de ambiente y boquiabierto volvió. En los bares popis el disfraz de moda era el de Bruce Sprinting, tipo a medio camino entre un chapero en paro y un peón caminero, pues no hay nada más aterrador para los amantes del pop que los toscos alaridos del mindunguis.
Otro traje con mucho éxito, el del primo de Rajoy, lo lucían con sorna las juventudes del PSOE, mientras los peperos iban en su mayoría con el de Al Gore, que nos ha enseñado a todos como beneficiarse del cambio climático.
Tedy Bautista, Ramoncín y el Monstruo de
Varios individuos aparecieron disfrazados de Drácula, pero al fijarse mejor Atilio descubrió, por la cantidad de pulseras que arrastraban, que no, que iban de Marichalar, pero la capa y las ojeras le confundieron. Supuso que el original estaría celebrando el cumple de su sobrinita, Leonor, que siguiendo la precocidad de la familia, con dos años ya dice dos palabras. A este ritmo, a los veinte igual domina veinte palabras, o más.
En fin, caretas para todos los gustos: de revolucionario bolivariano, de guitarrista de ACDC, de diablo Cojuelo y la más tremebunda de todas; la de Miguel Ángel Muñoz haciendo de médico. La gente huía horrorizada presa del pánico, se tapaba los ojos implorando piedad. Ni Miliquito había llegado a tales extremos.
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