Está que arde el sector del calendario. Tras el de nuestras amigas de Serradilla, las aeromozas de Ryanair han protagonizado otro de altos vuelos y mayor voltaje. Pero si alguien apunta alto, ése sin duda está en el Vaticano, que también oferta su propio almanaque a base de curitas cañón, recién salidos del seminario y dispuestos a salvar almas, si no a pecho descubierto sí de tapadillo.
Porque hay que ver cómo están los páter, y que modositos ellos. Uno sentado a la mesa con una botella de vino quinado y un cigarro diciendo ven ven ven, otro de procesión con la mirada perdida mientras dilucida el misterio de la trinidad, otro acariciando un gato con una fruición digna de mejor causa, y así todos. Cuanta pasión contenida, cuanto amor al prójimo, cuanta gracia derramada que a todos deja prendados.
Lo que no se entiende es que con la cantidad de cristos en taparrabos que hay en cualquier iglesia no han seguido el ejemplo, que nada mejor para mortificar la carne que exponerla al escarnio público. Alzacuellos y sotanas entalladas con un poco de vuelo pueden parecer glamurosas pero en nada sirven al espíritu evangélico.
Muchos correrán ahora a seguir los servicios religiosos esperando encontrarse a uno de estos bollicaos, llevándose un chasco al toparse con el padre Eustaquio, de 69 años y principios de alzhéimer, que la mayoría de los curas no están ya ni para vestir santos.
¿Quiénes serán los próximos en alegrarnos el ojillo? Cualquiera, pero nosotros apostamos por los del PP, que van por detrás en las encuestas y necesitan un revulsivo. Acebes el hierático en tanga y el barbas tristes de Rajoy en salto de cama harían más por la intención de voto que esos sermones de la montaña que nos meten a diario.
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