martes, 5 de febrero de 2008

Amor y calorías


Muchos son los flancos que tiene abiertos la ciencia, muchos los campos en que se investiga en estos momentos. El calentamiento global, la lucha contra el cáncer, la materia oscura, el fin del universo o el origen de la vida. Pero si hay uno que preocupa por igual en cualquier latitud, es el saber quien consume más calorías, si hombres o mujeres, en las actividades relacionadas con el cortejo amoroso. Pero ya está despejada la incógnita, gracias a la fenomenal investigación del departamento de biología de la universidad Javierana de Bogotá. Ya estamos en condiciones de asegurar que es la mujer la que gasta más en actividades como acicalarse, el contacto visual o el diálogo, mientras que los hombres solo queman más que las damas cuando tienen que invitarlas a salir. Se darán cuenta que la historia de la humanidad da un giro inesperado a la luz de estos datos, y que nuevos horizontes se abren para la ciencia a partir de ahora.

No vamos a cuestionar la metodología de la investigación, ni a poner en duda mediciones tales como que la mujer en arreglarse gasta 95 calorías al minuto frente a las 79 de los hombres, que a pesar de los muchos metrosexuales que aún andan sueltos, ya sabemos que la media en el varón en estos menesteres no pasa de lavarse el sobaco y cambiarse de gayumbos (o darles la vuelta). En el contacto visual ellas gastan la friolera de 11 calorías frente a 3, que unas miran de arriba abajo y otros solo la delantera. En el dialogo ganan 25 a 8, claro, las habilidades lingüísticas del macho medio en celo no pasan de media docena de monosílabos y unos cuantos gruñidos. Donde ponen el resto es en invitarlas a salir, pues de ello dependerá si hay o no ayuntamiento carnal, y por cuanto les va a salir, así que normal que consuman 95 calorías frente a las 35 de ellas, que ya tienen decidido lo que van a hacer.

Como verán, la contundencia y claridad de los datos no deja lugar a dudas, los caminos que se abren a nuevas investigaciones son casi ilimitados, y el alcance difícil de cuantificar. Este estudio por meritos propios ya se encuentra entre el selecto grupo de investigaciones punteras destinadas a dar un vuelco en la historia de la ciencia, tales como calcular la forma óptima de mojar una galleta, medir distintos patrones de ondas cerebrales en individuos masticando chicles de diferentes sabores o el efecto de la cerveza, el ajo y la nata agria sobre el apetito de las sanguijuelas, y tantas otras investigaciones bizarras.

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