El jueves a primera hora, tres duros días de resaca no permitieron hacerlo antes, se celebró la reunión del comité central del PBV para analizar los resultados electorales. Tomó la palabras Venancio Vivales para reconocer los flojos resultados, provocados por la bipolarización del electorado, la falta de formación de las generaciones más jóvenes, el escaso bagaje intelectual de los de mediana edad y las cada vez más grandes lagunas mentales de la tercera edad, que encaminan su voto hacia partidos de demostrada incompetencia que desprecian sus derechos como seres llamados a los más altos ideales. Tras tal parrafada sin tomar aliento cayó redondo en su asiento sin volver a meter baza en el resto de la sesión.
Seguidamente Celestino de la Coz, director de campaña, hizo leve autocrítica echándole la culpa de los resultados a la poca afortunada elección de corbatas por parte de los candidatos, y a la filtración de que muchos de ellos usaban ligeros para los calcetines, lo que a su juicio retrotrajo parte del voto útil de la Ribagorza.
Sonsoles, sin tanta retórica, se quejó de que lo había dado todo por la causa, se había dejado la piel en el pellejo que se dice vulgarmente, con la ilusión de poder codearse con los padres de la patria, y después de ser sobeteada en mercadillos y plazas de abastos repartiendo octavillas, ahora tiene que volver a rodar spots de anchoas del cantábrico.
CCC, inasequible al desaliento, era de los que pensaban que este partido lo iban a ganar, que había que redefinir el programa electoral para acercarse a los problemas reales del ciudadano, primar el espíritu emprendedor, deshacerse de vagos y maleantes, optimizar el funcionamiento de los puticlubs y los horarios de las farmacias y promulgar una ley que regule la incineración de seres animados.
Fermín Florín, vocal del comité, destacó la errada campaña publicitaría, ya que solo se insertaron anuncios en La Gaceta Médica y el Segunda Mano, diarios poco representativos. Pero lo que a su juicio más perjudicó al proyecto fue el despiste de la presidencia que olvidó formalizar la mayoría de las candidaturas, lo que explicaría que fuera de Ventorrillo el número de sufragios fuera tendente a cero.
Justo se iba a formalizar un voto de censura contra Venancio Vivales cuando sonó la hora del vermut, sagrada para cualquier miembro del partido, por lo que en estampida fueron al bar de enfrente para anegar las penas en el sagrado néctar, dejando para mejor momento las cuitas partidistas.
2 comentarios:
Y corrió el Ricard, evidentmuá.
Ya se sabe que las penas con Ricard son menos
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