La pareja artística C.C. & O.O., osease, El poeta decadente Casto Castro, avezado discípulo de Afrodisio, y Otilia Otero, artista plástica de larga y variopinta trayectoria, recibieron con alborozo el encargo hecho por la zamorana Cofradía de las Tres Voces para la realización de un nuevo paso de semana santa. La hermandad decana de Zamora creía llegado el momento de renovar su parque de escenas de la pasión, que las que llevaban siglos pululando por las calles ya estaban muy carcomidas. Con lo que consiguieron rascarle a los miembros y una pequeña subvención del montepío de monaguillos, contrataron a Otilia, artista de creatividad arrolladora de la que les dieron las mejores referencias en cuanto a su línea estética, ceñida a la tradición sin olvidar las tendencias más actuales.
Tuvo claro desde el principio Otilia que su creación tenía que desmarcarse de los elementos barrocos que lastran a este tipo de obras, presentar el drama de nuestro señor en toda su crudeza, desnudo de adornos, para que el espectador se ciñera a lo esencial. Tras larga meditación y el asesoramiento de su amado Casto, dio forma con sus propias manos en su taller de Ventorrillo a la escultura llamada a revolucionar los pasos de pasión.
La entrega de tan magna obra y su exposición pública se hicieron la semana pasada en los locales de la cofradía, siendo el acontecimiento social de la temporada. El gobierno municipal casi en pleno, la Asociación de amigos de la capa zamorana, el Sudario Social Club, las Damas de la Adoración Nocturna y resto de fuerzas vivas se dieron cita par descorrer el velo del primer paso hecho en el siglo XXI, que no se diga que en Zamora no están a la última.
Abrió plaza Casto Castro con unos tercetos encadenados en loa de su amada y sin embargo musa, versos algo picantes según el parecer de la superiora de las Hermanas Concalzas de Santa Tecla. Después el Cófrade mayor de las Tres Voces, Esmeraldo de la Hera, fue el encargado de tirar del cordón para mostrar la obra y… murmullos de sorpresa, gritos de incredulidad, desmayos de almas sensibles, desconcierto general. El paso, bajo la leyenda Señor, por qué me has abandonado, mostraba a Cristo sentado en un retrete con gesto de estreñido y con todo el drama de la pasión dibujado en su faz.
Según nuestro coolhunter Atilio Ventimiglia, a la sazón por allí para informarse de lo último en cortes de capa, se vivieron momentos de nerviosismo por la brusca subida de la bilirrubina a una dama de la adoración nocturna y la bajada de tensión del señor obispo, mientras cirio en mano Esmeraldo intentaba mostrar su desacuerdo a una sorprendida Otilia, que no entendía como se habían molestado por su interpretación de la pasión después que ellos llevan años paseando estatuas con cristos en taparrabos clavados en un madero. Ella que intentaba un acercamiento más cotidiano, resaltando el plano humano de Jesús, dando énfasis a las pequeñas penurias diarias, se veía ahora perseguida por la incomprensión.
La reunión acabó con varias beatas en urgencias y algunos cófrades en el cuartelillo, mientras que Otilia y Casto, al que zurraron la badana varios capellanes castrenses, en un coche de la secreta fueron puestos en los límites de la provincia con la recomendación de no volver a pisarla en las próximas décadas si no querían lucir por adelantado un hermoso sudario.
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