Mientras la guardia urbana de Barcelona se dedica a follarse a los ciudadanos por vía administrativa, los carabineros de Nápoles son más partidarios del sistema tradicional, aunque acaben en la cárcel.
Es lo que le ha pasado a uno de ellos, que reconvenido por un superior sobre la deshonra que para el cuerpo suponía el que tuviera una amante, siendo los dos casados, no solo no aceptó dejarla sino que le insultó y le amenazó con tirarle un escritorio a la cabeza. El asuntó terminó en los tribunales, que en segunda instancia y de manera inapelable han concluido que los carabineros no pueden tener amantes porque no es acorde con la disciplina militar y es un desprestigio para las fuerzas armadas. Así que nuestro romeo se ha quedado sin amante y ha dado con sus huesos en la trena durante cuatro meses y medio, tiempo más que suficiente para superar el mal de amores, aunque a la salida igual le esperan el papaíto y los hermanos de su santa esposa para darle un escarmiento.
Sorprende saber que a estas alturas les quede algo de prestigio a las fuerzas armadas italianas, que desde la época de Trajano no hacen una a derechas. Lógico pues que el poco que conservan lo defiendan a capa y espada, y el que quiera follar que se meta cartero o bombero, cuerpos sin tantos escrúpulos y menos preocupados por la honra.
Huelga decir que una situación como ésta es impensable en estos pagos, pues para mantener una amante hay que tener cierto don de gentes, conversación fluida y un nivel de sofisticación a la que el picoleto medio es incapaz de llegar. La benemérita es más partidaria de que los miembros del cuerpo alivien sus necesidades en los putis, dejando el honor a salvo y la bandera bien alta, que ya se sabe que el tricornio proporciona un vigor tal que empiezan a darle a la porra y no paran.
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