Posiblemente el politono más descargado en la piel de toro, y disfrutado por todos los estratos sociales, desde el niñato a los mandos del seat león con el toro de Osborne pegao en la luna trasera a la maruja moderniquis que cree ir a la última con un pasodoble atronando en su móvil. Pero el segmento que mejor se identifica con esta tonadilla verbenera es el del jubilado con ciertas aptitudes para la tecnología, de los que no apaga el móvil cada vez que quiere responder una llamada.
Éstos eran de los que antaño frecuentaban burdeles hechos un brazo de mar y enamoraban cabareteras y cupletistas de segunda división mientras luego iban con su santa esposa a misa de una. Pasados los años, ella en la gloria y él más, descubre como mojar sin dejar seca la cartera: irse de vacaciones a Benidorm en busca de viejas desesperadas. Sale de caza vestido de sport, deportivas cantosas, mini pantalón, niqui falso de Lacoste, visera de la caja de ahorros, y el móvil en un estuche al cinto. Todas esas alegres jubiladas que buscan resarcirse en sus últimos años del hambre pasada desde la época de la Sección Femenina y los breviarios de las Hijas de María ven en nuestro galán de mercadillo una apetecible pieza. Y sonar Paquito Chocolatero en su móvil y empezar a caérseles las bragas a sus admiradoras es todo uno, que esta misteriosa música despierta la lívido más hibernada y saca a relucir el lado chabacano que todos llevamos dentro.
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