El fin último de la ufología es el de demostrar la existencia de vida extraterrestre, y ahora que parecía que teníamos la primera prueba palpable de ella, van y se la meriendan. Eso hicieron unos pescadores rusos, que sacaron de sus redes un extraño ser al que no dudaron de calificar de extraterrestre, que nunca habían visto cosa igual, y después de grabarlo con sus móviles, a la cazuela con él.
Esta pesca alienígena tuvo lugar en el mar de Azov, en el mar Negro, después de una tempestad. Como verán en el video, el bicho se las trae, y cuando ufólogos y científicos se frotaban las manos ante semejante descubrimiento esperando desentrañar los misterios del cosmos insondable y de las profundidades abisales de la misma tacada, solo descubrieron que su carne era la más rica que habían probado nunca, en opinión de los que le hincaron el diente.
Alexander Lipkovich, miembro del Servicio de Fenómenos anómalos, descartó que se tratara de un alienígena, y mucho menos una sirena, a pesar de las muchas leyendas que sobre ellas circulan por la zona.
Sea lo que sea, es evidente que se está perdiendo el respeto a los visitantes del espacio exterior. Este suceso se da en la década de los setenta del siglo pasado, edad de oro de la ufología, y los pescadores hubieran huidos despavoridos, la KGB se hubiera hecho cargo del asunto, se declararía el secreto de estado, el alien sería diseccionado en una base ultra secreta al este de los Urales, con la CIA intentado meter los morros, Erik von Daniken predicando el retorno de los dioses, Jiménez del Oso sembrando la inquietud más allá de toda duda… en cambio, en estos tiempos descreídos ya ven ustedes, un video con el móvil y se lo meten entre pecho y espalda.
Si ya estaba difícil lo del primer contacto con inteligencias alienígenas, con estos sucesos aún se complica más la situación, que como hayan mandado alguna avanzadilla a ver qué se cuece en este planeta, la perspectiva de acabar acompañado de una guarnición de patatas fritas no les va a animar a darse a conocer.
Y seguramente los pescadores no se habrán comido la cabeza a la hora de preparar el alíen, que la cocina diaria no es para florituras. Imagínense el partido que le hubiera sacado Ferrá Adriá a un producto de primera como éste: delicias de alíen a la vinagreta de vino verde sobre compota de callos con salsa de queso de tetilla y altramuces y espuma de achicoria liofilizada. En cambio, estas gentes sencillas le habrán hecho un sofrito de ajos y pimentón y a correr, que cuando hay hambre no hay pan duro, ni alíen que se resista.
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