¿Ir de putas en Second Life es pecado de pensamiento, palabra u obra? Dilema teológico digno de Santo Tomás, aunque no para Amy Taylor que le ha pedido el divorcio a su marido tras pillarle in fraganti con una pilinguis digital. La parejita se conoció en internet, se casaron en ese segundo mundo para-lelos y escrito estaba que en él tendrían que separarse. Ella asegura que su relación también existía en la vida real, pero este punto está por demostrar.
En la larga historia de las infidelidades amorosas se ha escrito un capítulo más, aunque no de los más gloriosos. Júpiter, dios que se dejaba llevar bastante por su entrepierna, se la pegó mil veces a su esposa y hermana Hera con mozas de toda laya. Más mortales, Mesalina no se cerró a la posibilidad de sacarle brillo a todo el armamento de la guardia pretoriana mientras Claudio legislaba sobre la recogida de la uva. Ana Ozores o madame Bovary son las atribuladas heroínas de alcoba del pacato siglo XIX, con ese erotismo mustio escondido bajo tules, encajes y corsés. Mientras, en la siguiente centuria es difícil encontrar a alguien que no se la haya pegado a su pareja, y si afirman lo contrario mienten como bellacos o se trata del Dioni. Pero lo de consumar una infidelidad en Second Life es casi como cascársela pensando en Scarlet Johanson, eso sí, la gayola te sale más baratita. El colmo es que encima te pille la parienta, que éste más que infiel es un infeliz, que se ha metido en una ratonera por tontear con el ratón.
A saber quién sería el avatar que hacía de puta, un friki porteño, una diseñadora de Shibuya o el teniente alcalde de Medinaceli. Y el detective virtual que contrato la despechada, quizás utilizó el método deductivo o el mamporro y tente tieso para solucionar el caso del casado virtual potencialmente infiel y ciertamente mandado a freír espárragos por su amante esposa, virtualmente celosa y muy segura de que el ratón de su cibermarido no se la pegara con queso.
Si quieren ser infieles no miren con quien mientras sea de carne y hueso. Pequen de obra y que luego les quiten lo bailado, déjense de putas de silicio que son peor que las de silicona. Además, en tiempos de crisis no convienen los amores mercenarios, que no desgravan sino como gastos de representación.
4 comentarios:
Yo mantuve durante un tiempo una relación sadomaso con una elfa del World of Warcraft que estaba bien buena, pero me dejó por un puto enano de las cavernas que tenía un rabo virtual de 30 centímetros. Hacedme caso: cuando elijáis a vuestro personaje no os decantéis por el hechicero, que lo de los polvos mágicos no es lo que parece.
Es que el truco de echarle unos polvos y desaparecer ya está muy visto
Y es que la jodienda no tiene enmienda, ni siquiera virtual.
Esta claro que cometemos los mismos pecados en la vida real y en la red, lo cual me congratula con el género humano, del que llegué a pensar que era hipócrita sin remedio.
Daemonicus Imprimatur.
A pesar de los adelantos de la ciencia seguimos siendo virtualmente imperfectos
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