-Señor, el joven Lowcost espera ser recibido por usted.
- ¿Y qué cree que se le puede ofrecer a ese atorrante a estas horas tan intempestivas?
-Parece ser que quiere comunicarle una importante decisión.
-Igual ha decidido seguir los pasos de su padre e ir a evangelizar pieles rojas, alcanzando así la gloria, aunque sin cabellera.
-Pudiera ser, pero me inclino por motivos más mundanos.
-Una pena, porque su martirio no sería en vano. Hubiera dado mucho de qué hablar en el club. Muy bien, Alfred, hágale esperar media hora, como de costumbre, y luego déjele pasar.
(...)
-Lord Highway, muchas gracias por recibirme. Me hago cargo de que no le gusta que le molesten a esta hora, apenas mediodía, pero éste es un caso urgente.
-Querido amigo, siempre estoy presto a abrirle mi casa. ¿A qué se debe esta suerte?
- Habrá llegado a su conocimiento que acabo de graduarme en Oxford con todos los honores.
- Ciertamente, nunca pensé que llegaría ese día, pero es usted una caja de sorpresas.
-Muchas gracias, milord. Es costumbre de mi familia, antes de incorporarnos a la vida secular, hacer el gran tour. Ya sabe, recorrer el continente para finalizar nuestra formación. Empaparnos del cosmopolitismo renacentista italiano, el racionalismo francés, la gran música alemana, la relojería suiza, etc.
- En ese punto no puedo más que estar de acuerdo con usted. Por mucho que nuestros colleges sean sin asomo de duda la vanguardia del conocimiento humano, hasta que no confrontamos con otras culturas la nuestra, no percibimos en todo su esplendor la grandeza del modo de vida británico.
-Es por ello que me permito el atrevimiento de pedir su consejo en tan importante viaje, ya que tengo entendido que usted invirtió en él diez años de su vida.
-Y más que hubiera estado si mi familia no me hubiera cortado la asignación. Dese cuenta de que en mi juventud el ambiente cultural europeo estaba en todo su apogeo.
-Naturalmente. Y como usted entenderá, me gustaría disponer de cartas de presentación, con el fin de allanar mi periplo por el continente. Y de quién mejor que de usted, modelo de comportamiento para mí, y experto conocedor de los mejores ambientes.
Desde luego, podría facilitárselas, no en vano todavía mantengo correspondencia con personalidades de la cultura y la sociedad de las principales naciones.
-Le estaría agradecido si tuviera la amabilidad de hacerme unas pequeñas esquelas de recomendación.
-No faltaría más. Pase usted mañana y las tendrá. Voy a hacerle una para la señora Remedios, que regenta el mejor burdel de Chipiona, donde no va a faltarle a usted de nada.
-Es verdad eso que dicen de la española, que cuando besa besa de verdad.
-Previo pago sí, sino es como las demás. Y también puedo recomendarle una villa a las afueras de Vicenza, donde la bella Aida puede enseñarle todos los secretos de la arquitectura de Palladio y el dolce far niente entre las mejores cortesanas del Véneto.
-A usted Italia le hizo cambiar su visión del mundo, según tengo entendido.
-Italia estrictamente no, más bien las italianas. Acostumbrado a nuestras mujeres, severas matronas sobre las que descansa el futuro del imperio británico, la fiera sensualidad de las madonnas hizo de mi lo que soy.
-¿Quiere decir que su inclinación por las fustas y látigos nació a orillas del Po?
-Cómo olvidar a la bella Carla, vestida sólo con sus botas de montar, clavándome las espuelas sin compasión.
-Por otra parte, sabe de mi proverbial falta de pericia para manejarme con los mil inconvenientes de la vida diaria, que en caso de un viaje de esta envergadura, se agravan.
-Nuestra alta cuna obliga.
-Qué duda cabe. Por lo que me permito la confianza de pedirle los servicios de su mayordomo, Alfred, para que se encargue de la intendencia en mi aventura.
-Sabe que de mil amores le complacería si pudiera. Pero creo que a nuestro querido Alfred no le atraen mucho ese tipo de servicios fuera de mi residencia.
-Pero debidamente motivado en el plano económico, puede que reconsidere su postura.
-Quizás, pero yo le considero insustituible. No hay nadie que sepa manejar la fusta como él en millas a la redonda.
-Entiendo. Siendo así, retiraré mi petición, no sin antes recordarle que mi viaje formativo en nada empaña mis intenciones para con su hija, la bella Clara. A mi vuelta, pediré oficialmente su mano.
-Después de haber probado las putas de Chipiona no sé si a usted le quedará cuerpo para más. Pero bien sabe que aquí siempre estaremos esperándole con los brazos abiertos, y la niña igual. Aunque en el ínterin puede que abra también las piernas a algún otro que acierte a pasar a su lado.
-Yo no pongo en duda la fidelidad de Clara.
-Ni ella la suya, ya ve usted.
-En todo caso, quiero comunicarle que le tendré debidamente informado, vía epistolar, de todo lo que de interés me suceda en este viaje.
-No tiene usted por qué tomarse la molestia. Si con que me haga un somero resumen a su vuelta me doy por satisfecho.
-No peque de discreto, milord, que a pesar de su gota sigue siendo un culo inquieto. Además, igual se da el caso de que tenga que solicitar su colaboración en el aspecto financiero.
-Algo de eso me barruntaba. Recuerde que la quiebra del Banco de Transvaal ha sido un duro golpe para nuestras arcas.
-Estoy al corriente, pero sabe que yo sólo pediría su colaboración económica para los gastos más acuciantes.
-O sea, champán, putas y francachelas varias.
-Básicamente.
-Bien. Usted vaya reportándome sus aventuras y yo ya iré viendo si se las financio o no. Mientras tanto, recuerde dejar siempre alto nuestro pabellón y entonar el God save the Queen antes de cada fincamiento.
-La patria ante todo.
- ¿Y qué cree que se le puede ofrecer a ese atorrante a estas horas tan intempestivas?
-Parece ser que quiere comunicarle una importante decisión.
-Igual ha decidido seguir los pasos de su padre e ir a evangelizar pieles rojas, alcanzando así la gloria, aunque sin cabellera.
-Pudiera ser, pero me inclino por motivos más mundanos.
-Una pena, porque su martirio no sería en vano. Hubiera dado mucho de qué hablar en el club. Muy bien, Alfred, hágale esperar media hora, como de costumbre, y luego déjele pasar.
(...)
-Lord Highway, muchas gracias por recibirme. Me hago cargo de que no le gusta que le molesten a esta hora, apenas mediodía, pero éste es un caso urgente.
-Querido amigo, siempre estoy presto a abrirle mi casa. ¿A qué se debe esta suerte?
- Habrá llegado a su conocimiento que acabo de graduarme en Oxford con todos los honores.
- Ciertamente, nunca pensé que llegaría ese día, pero es usted una caja de sorpresas.
-Muchas gracias, milord. Es costumbre de mi familia, antes de incorporarnos a la vida secular, hacer el gran tour. Ya sabe, recorrer el continente para finalizar nuestra formación. Empaparnos del cosmopolitismo renacentista italiano, el racionalismo francés, la gran música alemana, la relojería suiza, etc.
- En ese punto no puedo más que estar de acuerdo con usted. Por mucho que nuestros colleges sean sin asomo de duda la vanguardia del conocimiento humano, hasta que no confrontamos con otras culturas la nuestra, no percibimos en todo su esplendor la grandeza del modo de vida británico.
-Es por ello que me permito el atrevimiento de pedir su consejo en tan importante viaje, ya que tengo entendido que usted invirtió en él diez años de su vida.
-Y más que hubiera estado si mi familia no me hubiera cortado la asignación. Dese cuenta de que en mi juventud el ambiente cultural europeo estaba en todo su apogeo.
-Naturalmente. Y como usted entenderá, me gustaría disponer de cartas de presentación, con el fin de allanar mi periplo por el continente. Y de quién mejor que de usted, modelo de comportamiento para mí, y experto conocedor de los mejores ambientes.
Desde luego, podría facilitárselas, no en vano todavía mantengo correspondencia con personalidades de la cultura y la sociedad de las principales naciones.
-Le estaría agradecido si tuviera la amabilidad de hacerme unas pequeñas esquelas de recomendación.
-No faltaría más. Pase usted mañana y las tendrá. Voy a hacerle una para la señora Remedios, que regenta el mejor burdel de Chipiona, donde no va a faltarle a usted de nada.
-Es verdad eso que dicen de la española, que cuando besa besa de verdad.
-Previo pago sí, sino es como las demás. Y también puedo recomendarle una villa a las afueras de Vicenza, donde la bella Aida puede enseñarle todos los secretos de la arquitectura de Palladio y el dolce far niente entre las mejores cortesanas del Véneto.
-A usted Italia le hizo cambiar su visión del mundo, según tengo entendido.
-Italia estrictamente no, más bien las italianas. Acostumbrado a nuestras mujeres, severas matronas sobre las que descansa el futuro del imperio británico, la fiera sensualidad de las madonnas hizo de mi lo que soy.
-¿Quiere decir que su inclinación por las fustas y látigos nació a orillas del Po?
-Cómo olvidar a la bella Carla, vestida sólo con sus botas de montar, clavándome las espuelas sin compasión.
-Por otra parte, sabe de mi proverbial falta de pericia para manejarme con los mil inconvenientes de la vida diaria, que en caso de un viaje de esta envergadura, se agravan.
-Nuestra alta cuna obliga.
-Qué duda cabe. Por lo que me permito la confianza de pedirle los servicios de su mayordomo, Alfred, para que se encargue de la intendencia en mi aventura.
-Sabe que de mil amores le complacería si pudiera. Pero creo que a nuestro querido Alfred no le atraen mucho ese tipo de servicios fuera de mi residencia.
-Pero debidamente motivado en el plano económico, puede que reconsidere su postura.
-Quizás, pero yo le considero insustituible. No hay nadie que sepa manejar la fusta como él en millas a la redonda.
-Entiendo. Siendo así, retiraré mi petición, no sin antes recordarle que mi viaje formativo en nada empaña mis intenciones para con su hija, la bella Clara. A mi vuelta, pediré oficialmente su mano.
-Después de haber probado las putas de Chipiona no sé si a usted le quedará cuerpo para más. Pero bien sabe que aquí siempre estaremos esperándole con los brazos abiertos, y la niña igual. Aunque en el ínterin puede que abra también las piernas a algún otro que acierte a pasar a su lado.
-Yo no pongo en duda la fidelidad de Clara.
-Ni ella la suya, ya ve usted.
-En todo caso, quiero comunicarle que le tendré debidamente informado, vía epistolar, de todo lo que de interés me suceda en este viaje.
-No tiene usted por qué tomarse la molestia. Si con que me haga un somero resumen a su vuelta me doy por satisfecho.
-No peque de discreto, milord, que a pesar de su gota sigue siendo un culo inquieto. Además, igual se da el caso de que tenga que solicitar su colaboración en el aspecto financiero.
-Algo de eso me barruntaba. Recuerde que la quiebra del Banco de Transvaal ha sido un duro golpe para nuestras arcas.
-Estoy al corriente, pero sabe que yo sólo pediría su colaboración económica para los gastos más acuciantes.
-O sea, champán, putas y francachelas varias.
-Básicamente.
-Bien. Usted vaya reportándome sus aventuras y yo ya iré viendo si se las financio o no. Mientras tanto, recuerde dejar siempre alto nuestro pabellón y entonar el God save the Queen antes de cada fincamiento.
-La patria ante todo.
6 comentarios:
¿Ve? Esta es una de las facetas de la vida en las que envidio no haber nacido en alta cuna. ¡Qué vida se pegaban algunos!
Los demás, en cambio, teníamos que buscarnos el folgar con mucha más pelea. Así estamos de curtidos.
@ Rick:
y encima eran presa del spleen. Si es que ser rico es muy dificil.
Podría ir acompañado de un director espiritual, pero quizás el sexo se volvería demasiado fuerte.
Cómo se nota que conoce usted el tema al dedillo; de la atenta lectura se infiere que plasma usted sus experiencias personales.
Le digo lo mismo que el Sr. Rick: Cómo les envidio a ustedes, los de las grandes familias.
@ Luis Congrio:
Visto cómo está el servicio, me ofrezco a nuestro querido Lowcost en su viaje iniciático, esperando que aparte de tirar de los baules también me deje mojar de vez en cuando.
Qué rufián está hecho,bienvenido Mr. Chafar!!
me agrada un relato de noble alcurnia y dilecta sutileza como las altas gracias mandan en los estambres de las realezas.
Estaría bien que continuara la historia y supiéramos cómo terminaron las andanzas follamenteras de tan ínclito trotatundos escanciador de mácula viril. habrá take two, querido preboste literario?
Toda fe de que la nomenclatura se halla ansiosa e inquieta a la par por la incertidumbre de encontrar de nuevo su sagaz pluma en fértil ebullición!
@ Poyatos:
Desde luego, un viaje de este calado merece un atento seguimiento por nuestra parte. Seguiremos informando
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