lunes, 2 de mayo de 2011

Bares, qué lugares


Hay tantas cosas que hacer en los bares. En las tascas grasientas con barra de fornica y un garrote colgado que recuerda que hoy no se fía, mañana quizás, podemos desayunarnos pinchos de tortilla del siglo pasado, leer el Marca por la patilla, poner a caldo al gobierno, dar la chapa al camarero, que luce camisa blanca con lamparones, o vigilar de cerca las telarañas del techo.
Hay también viejas tabernas donde ya almorzaban los de la cuadrilla de Luis Candelas, en las que ver tus patas de gallo reflejadas en el carajillo, tomar fuerzas para ir a enfrentarse a la parienta, o trasegar bebidas de alta graduación para intentar elevar el espíritu por encima de las cáscaras de cacahuete que siembran el suelo.
En las cafeterías pasadas de moda, llenas de cristal y eskay, es fácil meterse entre pecho y espalda cruasanes recalentados mil veces, criticar al alcalde de turno, darle caña a la tragaperras, que siempre están calientes, despellejar al vecino que acaba de salir, o tomarse unos chupitos de Marie Brizard, que es que tengo la tensión algo baja.
También están esos baretos tan cool, con un ambiente a cargo de algún estudio de decoración, en urbanizaciones de las afueras, para jugarte con los colegas unas birras a los chinos, rumiar torreznos mientras haces la ola con los goles de Cristiano Ronaldo, tener conversaciones de hombre a hombre con la cafetera o intentar  ligarse a la camarera colombiana.
Después queda el pub de barrio de toda la vida, donde es de noche todo el día. Allí podemos tararear hasta aburrirnos todos los temas de la edad de oro del pop español, asomarse al balcón del escote de alguna pepi, y si hay suerte, follártela en el baño si no hay algún julay metiéndose algunos tiritos, o hacer que tocas la guitarra frente a la máquina de dardos.
Como ven, las posibilidades que ofrece el establecimiento español por excelencia son casi infinitas. Pero siempre hay un límite. No todo está permitido. Y uno de los que ha cruzado la línea roja es el pub El Peatón de Granada, al que le ha caído una multa de 6300 euros por atreverse a ofrecer en el local una programación cultural.  A la gerencia no se le ha ocurrido nada mejor que organizar algún que otro espectáculo teatral sin el consabido permiso gubernativo, conciertos de grupos noveles, y en el colmo de la alevosía, certámenes para poetas jóvenes. Como ven, todo ello actividades altamente perniciosas que minan la moral y las buenas costumbres que siempre han reinado en el gremio de la hostelería. Y además los ácratas de ellos llevaban más de diez y ocho años montando semejantes saraos sin bendición burocratica. Menos mal que el ayuntamiento de Granada ha cortado por lo sano, con una multa proporcional a la desfachatez de los responsables del local. Esperemos que sirva de aviso a navegantes, que a los bares se va a lo que se va, y no a otra cosa.

6 comentarios:

Luis Cóngrio dijo...

¡Cómo eres! Me has hecho soltar la lagrimilla detallando las grandezas de nuestra hostelería, a la que confié la sana destrucción de mis molestas neuronas.
Claro que yo no era de Marie Brizard: Siempre ponche ejpañó Real Tesoro.

Y es que hay gente que confunde la verdadera cultura (La Pantoja, el carajillo, los toros puteaos y mear en la calle) con mariconadas extranjerizantes que nos hacen pensar, con lo malo que es eso.

Disfrutar, ¡sí! pero con lo nuejtro.

Chafardero dijo...

@Luis Congrio:
Exajto, hay que pararles los pies a tiempo que luego es tarde.
Oye, y que bueno que estaba Real Tesoro.

Anónimo dijo...

Bueno, yo era más de Carlos III con café cortado, pero en cualquier caso suscribo totalmente su lúcida visión de para qué es y para qué no es un sagrado lugar como ese.
En cuanto a los ácratas esos, me sumo igualmente a su opinión y a la de LuisC: hay mucho marica suelto.
Joder, qué fácil es estar de acuerdo en todo cuando de bares se trata...

noveldaytantos dijo...

Yo he visto limpiar la barra de un bar a escupitajos, e incluso caérsele al camarero un berberecho al suelo, cogerlo y volver a metértelo en el plato. Y tan anchos.

Chafardero dijo...

@ Rick:
Si es que son nuestra segunda casa, por eso hay que vigilar que no se pierdan las buenas costumbres.

Chafardero dijo...

@ Noveldaytantos:
Si lo que no mata engorda. Gracias a esas técnicas hosteleras, tenemos un sistema inmunológico a prueba de bombas