lunes, 19 de septiembre de 2011

Adviento pastafari

  
En verdad os digo que hoy es un día grande para  la fe. Habéis de saber que por fin los justos han sido escuchados. Gracias al alto cielo, las mentes obtusas, los ateos y los incrédulos han tenido que doblegarse ante los puros de corazón y reconocer al Monstruo del Espagueti Volador, deidad central del culto pastafari, como miembro de pleno derecho del panteón, codo con codo con dioses ya caducos como Alá o Yahvé.
Y es que las profecías de San Fettuccine y San Maccheroni, en las que anunciaban el advenimiento del reinado pastafari, se están cumpliendo. Pronto los cielos se abrirán para contemplar en toda su gloria al gran Espagueti Volador, creador de todo lo visible y lo invisible, del sol y de la luna, de la lasaña y los raviolis. Sus fieles, que suman legión, llena tienen la boca con su nombre, y viven sin vivir en ellos esperando a unirse a su señor en el paraíso pastafari, repleto de volcanes de los que surgen altas columnas de cerveza helada.
Porque hoy es una fecha que musitarán con fervor las generaciones venideras. Uno de los fieles pastafaris, el austriaco Niko Alm, ha hecho que el nombre de su dios resuene por los cuatro confines. Las autoridades de su país, sordas y ciegas ante la verdadera fe, permitían que seguidores de otras religiones posaran en su carnet de conducir con tocados propios de su secta, tales como cofias de monja o pañuelos islámicos, mientras se negaban a reconocer el sagrado sombrero con el que acatan la voluntad del altísimo los fieles pastafaris, a saber, un colador de pasta.
Y como la perseverancia siempre tiene su justo premio, después de tres años manifestando lo inquebrantable de sus creencias, la descreída dirección de tráfico de Austria aceptó que en el carnet de conducir el beato Niko apareciera con el susodicho colador de pasta como sombrero.
Esta es la prueba inequívoca de que una nueva era está a punto de llegar. Todas las predicciones que indican que en el año 2012 se producirá una inflexión en el devenir humano no son más que un barrunto de la gran verdad: los tiempos del Monstruo del Espagueti Volador se acercan, y su reinado ya no tendrá fin. Sus adeptos serán más numerosos que las arenas del mar. Vivirán en eterna concordia rodeados de albóndigas, santificarán las fiestas con carbonara, y del cielo caerán tortelini con queso rallado en vez del soso maná. El viernes será por fin el día del señor, en el que todos se vestirán de piratas para cantar el Adeste fideos y recibir su divina bendición, y la paz y las barrigas llenas señorearán todo el orbe.
Así sea.






6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues francamente, me parece una deidad mucho más nutritiva que las anteriores. Claro que eso de que se nos llene todo de italianos tampoco me hace mucha gracia, la verdad. Porque esta religión creo que nació por allí, ¿no?

Luis Cóngrio dijo...

¡Coño! ¿Se nos va a llenar esto de italianos? ¿Otra vez? ¿Como con los católicos?
Después de todo, no sé de qué me quejo, pues participo del culto a la pasta como el que más; y es que por la pasta soy capaz hasta de trabajar.
Me ha gustado mucho esta entrada, sin rintintín, pero tiene un enorme defecto fácilmente subsanable: Habría que incluir un enlace yutub con el Adeste Fideos por Berlus-cony y sus pastosos.
Saúde.

Chafardero dijo...

@ Paseante:
Nació en los USA para ridiculizar las doctrinas creacionistas, pero la gente, o bien por falta de referencias éticas o por puro cachondeo, entra en éxtasis ante el gran espagueti.

Chafardero dijo...

@ Luis Congrio:
el amigo Berlusconi acabaría en el infierno en la religión pastafari o en cualquier otra medianamente seria, excepto la católica, que ahí tragan con todo, sobre todo si tienes pasta para indulgencias.

Sgt. Pepper dijo...

Yo me apunto a todo lo que sea pasta, para comer o para gastar, pero a esto me parece que ni loco. Aunque un poco loco debo de estar según las malas lenguas, que irán al infierno, sin duda.

Chafardero dijo...

@ Sgt. Pepper:
Bueno, San Pablo al principio tampoco las tenía todas consigo, y luego mire como acabó.