Bien
sabrán que el mundo del motor nos importa tres pistones. Ya sean los
macarrillas que pisan el acelerador al entrar en las curvas a ver si a sus
churris de les caen las bragas, o el puterío pijo hortera del Ecclestone
y sus mariachis, el inframundo del caucho y los octanos es un decálogo del mal
gusto. Pero hoy acudimos a ustedes para pedirles una pequeña aportación
económica, pues ha salido a la venta el coche de nuestros sueños: el panthermobile,
el modelo original con el que la Pantera
Rosa acudía a sus shows televisivos.
Seguro que sus retinas se vuelven a dilatar al evocar ese
delirio rosa, a medio camino entre deportivo, limusina y cohete espacial,
alucinación psicodélica con las que se iniciaban las historias de nuestro
felino preferido. Para los que crecimos teniendo como modelo su elegancia, flema,
ambigüedad y sofisticación, ser dueños de su coche sicotrónico cumple nuestros
más húmedos y secretos sueños.
Éste modelo es
la cima del diseño automovilístico,
corta el aire y la respiración, y no esos ferraris tomateros, propios de nuevos
ricos rusos. Cumple todos los protocolos
de seguridad, pues en caso de choque frontal se lo come todo el conductor,
saliendo indemnes los pasajeros. El placer de la conducción, con una vista de
180 grados a ras de tierra, y ese casco tan cool harían las delicias de los más
exigentes.
El carro perfecto para soltarnos la melena a tumba abierta
por carreteras secundarias mientras apuramos el champán en cada derrapaje. Montaríamos tertulias sobre las sofisticadas
técnicas criminalísticas del inspector Clouseau y su influencia en la guardia
civil, o dejaríamos que alguna cabaretera de largas piernas y palabra de honor
nos echara el humo de su cigarro emboquillado.
Ahora que vuelve a salir a subasta pedimos su ayuda
económica para poner un toque de color en nuestro garaje, pues la puja parece
que empezara por los ciento veinte mil euros. El motor ya no carbura, pero por
ese precio tampoco se puede pedir todo, que el carro ya arrastra más de
cuarenta años. El único de verdad automático, hidromático y ultramático, y que hará
de nosotros seres rosas por fuera y rosas por dentro.
4 comentarios:
La verdad es que esa cabecera que le metieron a la gran Pantera Rosa no me hacía mucha gracia: un poco chapucilla todo el conjunto. Ahora, el coche es mundial. Y eso de que el piloto vaya fuera es perfecto: los pasajeros se pueden dedicar a cualquier tipo de perversión sin cortarse un pelo. Los taxis deberían ser así.
@ Paseante:
La entradilla es un poco cutre sí, pero entre el coche y la música lo arreglaban.
No estoy de acuerdo con ninguno de los tres primeros comentaristas; aunque coincido en que la entrada era un pelín cutre. La expectativa de lo que vendría después la volvía buena.
Además, me compraría el coche para mi ovejita rosa, que al fin ha aparecido, la muy puta.
Esto le pasa por fiar su corazón a las ovejitas rosas. Si hiciera como yo y se buscara una oveja negra no andaría con esas cuitas.
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