En llegando a este punto de la historia
los cronistas no se ponen de acuerdo sobre el lance en el que se vio envuelto
don Quijote con el caballero del Flequillo Flojo. Cide Hamete Benengeli guarda
un escrupuloso silencio sobre el episodio, mientras que el licenciado
Avellaneda se muestra muy liberal en todo tipo de detalles, aunque siempre se
sospechó que estaba pagado por el vil metal de la siempre vil villa de Valdenabo.
Sea como sea, es comúnmente aceptado que
en busca de entuertos que desfacer, doncellas que socorrer o hechos de armas en
los que mayor fama ganar, don Quijote juntamente Sancho Panza fueron a dar,
siguiendo esos caminos que se ofrecen, al páramo donde sita es la muy noble y
antigua villa de Ventorrillo, barrida noche y día por los vientos que forjan el
carácter montaraz de sus gentes.
En la jornada que nos ocupa un suave
céfiro acariciaba los brotes tiernos a la par que la diáfana luz daba un lustre primaveral
al páramo. Se suele aceptar que Ventorrillo dista pocas leguas de la
ínsula Barataria, de donde caballero y escudero venían tras el fugaz
paso de Sancho como gobernador. Iba don Quijote ponderando el buen juicio
de su segundo al renunciar a los oropeles del poder y seguir la empinada senda,
que a pesar de trabajos y sinsabores,
lleva a la gloria imperecedera. Estaba por referirle unas sabrosas razones que
había leído en Tonante de Tontópolis, espejo y guía de la andante caballería,
cuando en una vuelta del camino toparon con otro de su mismo gremio, que
acompañado de su escudero el paso les cerraba.
El adalid que a la sazón allí se
hallaba, pertrechado como para ir a las cruzadas y correr él solo al infiel,
estas razones les fue a dar:
-Sepan
que están entrando en un lugar de cuyo nombre todos guardan memoria por
ser bien amado de los dioses desde antiguo. En esta villa se rinde culto
al hermano aire que vaga de un confín a otro de la tierra, y todo el que por él
pasare tributo ha de rendirle -dijo el caballero, con una armadura que había
visto muchas guerras y treguas, ajada y llena de remaches, rematada por
una abollada celada que le bailaba sobre
la cabeza, donde se veía un pequeño molino con sus aspas girando.
-Es de bien nacidos antes de plantear
cualquier pleito dar noticia de su persona -respondió don Quijote, al que aquel
desconocido no le resultaba del todo extraño -para saber si tiene la honra e
hidalguía necesaria para ser su par y lidiar en el campo del honor.
-Yo soy Tirso Terco, el Caballero del
Flequillo Flojo, paladín de Ventorrillo, defensor de los eólicos misterios y
fiel enamorado de mi señora, Brisilda de la Solana, por quien bebo los vientos.
A mi diestra mi fiel escudero, Marco Parco, que si yo cayese en combate,
heredará mi escudo y armas, y mientras carga con ellas.
-Pues a mi siniestra tengo a Sancho
Panza, que poco ha dejó el gobierno de una ínsula por ser testigo de los hechos
gloriosos a los que estoy llamado, pues no soy otro que don Quijote de la
Mancha, que ha consagrado su vida a la defensa sin descanso de Dulcinea del
Toboso. Y si vos no reconocéis en el acto que mi dama es entre todas la más
principal, aquí mismo se os va a caer el flequillo.
-No me asustan vuestras bravuconerías, y
habéis de saber que hacía tiempo que os andaba buscando. En el pasado estío
unas fiebres tercianas me impidieron batirme con vos en las playas de
Castellón, pero quiere la providencia que hoy se cruce en mi camino para pagar
la afrenta que hizo a los misterios eólicos.
-Voto a bríos si sé que misterios son
ésos, pero sí puedo deciros que en ningún libro de caballerías he encontrado
caballero como vos, con un molino de viento en la cabeza, cual aventado.
-Pues yo os he de sacar de vuestra
ignorancia, que lo que corona mi frente es mi profesión de fe, que como fiel
seguidor de la logia de Eolo, este molino es el símbolo de nuestra creencia,
símbolo al que vosotros osasteis atacar.
-Pero que dice, mentecato, cuándo he
perdido yo un instante siquiera con vulgares molinos.
-No escurráis el bulto ahora, que
escrito está como os abalanzasteis como un poseso contra unos molinos que
peinando estaban el aire, profanándolos con vuestra arrogancia.
-Mi señor -terció Sancho Panza -el
caballero del Molinillo Flojo quizás se refiera a los que por artes de encantamiento su merced creyó gigantes,
y que tan mal parado le dejaron.
-Más respeto, gañán, para con mi señor y
para con nuestra fe -le espetó Marco Parco - si no quieres que te ponga el
rucio por sombrero.
-Así que vos servís a esos malhadados
gigantes, que cuando vieron que pintaban bastos, porque yo no aflojaba en mi
porfía, se convirtieron en molinos.
-Yo solo vengo a haceros pagar la
afrenta hecha a los molinos, sagrado objeto de veneración para la secta de
Eolo, y de paso, para que reconozcáis que mi dama Brisilda es la más galana del
orbe entero, y que un ay suyo vale más que todos los suspiros de vuestra
Dulcinea.
-Abrase visto tanta necedad junta.
Comparar a la flor primera, a la dama por la cual sale el sol todas las
mañanas, con esa otra vuestra, que vive en mitad de ninguna parte entre gente
que tiene molinos por seseras. ¡Que me aspen si tolero semejante afrenta!
-Pues no veo otra que medirnos en el
campo del honor, y que las armas hablen por nosotros.
-Sea pues, y preparaos a morder el
polvo.
(Continuará)
4 comentarios:
Muy aireado todo. Espero con impaciencia la continuación de este simpar encuentro, del que no dudo darán fe los siglos venideros.
Dicen que en las ciudades ventosas se da un mayor número de suicidios.
No le arriendo la ganancia a un alma sensible como Alonso Quijano si permanece demasiado tiempo en Ventorrillo, sin necesidad de que el Caballero del Flequillo Flojo le haga morder el polvo en el campo del honor; lugar que no ubico por la zona. La virtud del honor no abunda entre la montaraz gente de la aireada villa.
Aguardo impaciente; y deseo que no rematen aquí las gloriosas fazañas del jinete de Rocinante. Confío en que el prosaico Sancho, una vez más, deshaga el entuerto.
@ Paseante:
Desde luego, van a tener que echar mano a los anales para dirimir el asunto.
@ Luis C:
Sancho es el más lúcido de los cuatro, pero los aires de Ventorrillo son muy peligrosos.
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