Han saltado todas las alarmas. Esto es
la debacle, el hundimiento nacional. No por el desplome de las bolsas, sino por
la caída de don Juan Carlos. No por la
prima de riesgo, sino por el nieto del rey. Semana negra para esta
familia de gatillo fácil, y sus súbditos con el corazón encogido ante semejante
balacera.
Primero fue el bueno de Froilán que
viene pisando fuerte. El suceso no está claro, pero el chaval ya apunta
maneras. Puede que fuera la proverbial impericia borbónica con las armas de
fuego la que desencadenara el gatillazo, recordemos que ya su abuelito mató a
su hermano con una pistola. Quizás fue la mala suerte aliada con un padre amigo
de los juegos de guerra la que hizo que Froilán acabara disparándose en el pie
como los soldados que quieren librarse de ir al frente. Para colmo, la guardia
civil amenaza con apercibir y hasta multar a don Jaime, cuando a su ex cuñado
Iñaki por su contabilidad creativa casi ni lo han molestado. Y es que la
justicia no es igual para todos.
Según fuentes generalmente bien
informadas, el estrés y la presión por la situación social y económica del país
hizo recomendable un viaje a Botswana del rey. De todos es sabido que no hay
nada que relaje más que una buena carnicería, perdón, un safari con intenciones
cinegéticas. Aunque solo sea rey quiso darse un capricho de marajá. Don Juan
Carlos es un experto en caza mayor que aburrido de matar osos borrachos se ha
tirado ahora a los elefantes, no sabemos si trompas o no. Para alivio de los
paquidermos, un resbalón a una intempestiva hora de la noche le ha chafado el
safari. Queremos resaltar el carácter campechano de nuestro monarca, que
pudiendo padecer dolencias más aristocráticas como la gota, se ha inclinado por
una vulgar rotura de cadera, lo que hace que la comunión entre la monarquía y
el pueblo sea más estrecha si cabe. Estamos esperanzados en una pronta
recuperación, que el equipo médico habitual calcula que tardará un mes o dos, y
que puede emplear en visionar clásicos como Dumbo.
Entre tanto, todos sus súbditos, manteniendo
la respiración, ponemos nuestros más íntimos anhelos en don Felipe, a quien
corresponde en estos difíciles momentos tomar el timón. Rogamos que la mirada preclara
y el sagaz entendimiento de este elegido de los dioses sobre el que descansa el
futuro de la patria no se vea afectada por una cáscara de plátano que se cruce
en su camino. Y sobre todo, que se mantenga alejado hasta de las escopetas de
feria, que las carga el diablo.
4 comentarios:
Menuda racha llevan estos Borbones: entre Urdangarín, el tiro en el pie del nieto y la caída del Rey en plena cacería, los republicanos se lo están pasando teta. Y con razón, además. Nunca fue muy lista esta familia, yo creo. O al menos carce del sentido de la oportunidad.
El que debe estar subiéndose por las paredes con todos estos despropósitos debe de ser Felipe: se lo están poniendo muy difícil.
Yo, si fuera el Felipe, empezaría a echar curriculum, por lo que pueda pasar.
El Felipe ese siempre podrá, si no le salen las oposiciones a Rey, trabajar de gigoló (diosnoloquiera), para de alguna manera aprovechar las clases de glamour que entre todos le hemos pagado. Más de una marquesona (o marquesón) se pondría a la cola. ¿Que no?
Visto que a su papá le van las jóvenes, podía él dedicarse a las maduritas. Lástima que doña Cayetana ya no está en el mercado.
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