Aristóteles creía que la política era el
arte de lo posible. Siglos después, otro gran pensador en sus ratos libres y de
verbo atropellado, Manuel Fraga, le enmendó la plana al ateniense al considerar
que a veces para conseguir lo posible había que hacer lo imposible. Como la
política hace extraños compañeros de cama, el paladín de la derechona coincidía
con los que tras las barricadas de París en el 68 pedían lo imposible en un
ejercicio de realismo. Como ven, el arte de manejar los asuntos públicos ha basculado
entre el pragmatismo pegado al suelo y la nebulosa utopía. Gracias a la
intervención del genio analítico alemán de Bismarck y sus mariachis, con el
concepto de la realpolitic, se pudo centrar un poco el problema. Ahora, desde
el partido pirata germano le dan una nueva vuelta de tuerca. Esta formación
celebró hace poco un congreso para diseñar su programa electoral. Entre las
ideas más arriesgadas se encontraba una para incluir los viajes en el tiempo
entre sus puntos programáticos, considerando que con el debido empuje político
el ir y venir en el tiempo, ya fuera en escapadas de fin de semana o en
quincenas vacacionales, se podrían realizar en esta misma década. Verán que la línea
de lo posible y lo imposible se diluye por mor de las promesas electorales. La
propuesta no salió adelante por ser demasiado adelantada para su tiempo, pero
desde luego es una inquietud que se palpa en los sondeos electorales, donde
todos maldicen los tiempos que les han tocado vivir y los políticos que
padecemos.
Por fin encontramos un partido con
visión de futuro y a la vez pegado a los problemas reales. No importa que la
propuesta no haya llegado hasta la cartelera electoral pirata. Pronto algún
otro recogerá el testigo, y podremos comprobar in situ el famoso verso de
Manrique de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o si tenía razón Cicerón
cuando clamaba O tempore, o mores, que
en todas las épocas cuecen habas.
Por otra parte, se nos antoja la única
propuesta realista contra la crisis que padece España. Con una máquina del
tiempo podríamos catapultar a todo el país hasta el siglo XXXIII, donde se
calcula que se empezará a ver el final del túnel. Pero como siempre tendremos
que esperar a que la máquina la inventen otros,
posiblemente alemanes, porque con el raquítico presupuesto que han
dejado aquí para investigación no llega ni para rediseñar el pitorro del
botijo. Una vez más estamos a expensas
de Alemania, hasta que el tiempo se nos acabe o nos lleve por delante.
2 comentarios:
Muy simpáticos, los del Partido Pirata. Pero eso de prometer imposibles no es nuevo: los demás partidos también lo hacen. Y consiguen más votos que ellos porque el personal cree que las promesas económicas son más fáciles de cumplir que las astrales. Error.
De todos modos, estoy de acuerdo con usted en que si alguien inventa un cacharro de ese tipo no seremos nosotros: desde la fregona con palo o el Chupa Chups creo que no hemos vuelto a dar la campanada.
@ Rick
No hay que perder la esperanza, creo que el profesor Bacterio está trabajando en ello.
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