lunes, 30 de septiembre de 2013

Coleccionable: reliquias




Uno de los elementos que más nos acerca a lo sobrenatural, al misterio insondable de la divinidad, es una buena rabadilla de santo, o cualquier otro resto de esos seres que lo dieron todo por el Altísimo y a cambio nos dejaron sus harapos mortales para que los veneráramos. Gracias a las nuevas tecnologías, hoy podrá tener en su casa una colección de réplicas exactas de las más afamadas reliquias de santos con las que defenderse de las maquinaciones del maligno, buscar la intercesión de tanto recto varón y casta hembra que puebla el santoral, y por qué no, ser el centro de atención de sus familiares y amigos.
Con nuestro coleccionable usted gozará de la protección de la teta incorrupta de Santa Olalla, que ahuyenta cualquier atisbo libidinoso, o del colmillo retorcido de San Crodegango, infalible contra el mal de ojo. También encontrará piezas de gran valor simbólico, como un fragmento de la túnica de los domingos de San Pablo, o el sacapuntas del Beato de Liébana. Busque amparo bajo el frenillo liofilizado de San Onesiforo, ejercite su carácter con el cinturón de castidad de Santa Tecla.
No deje pasar esta oportunidad única. Como oferta de lanzamiento, una auténtica astilla de la cruz de nuestro señor (¡rechace imitaciones!) además del primer lote de productos para que haga usted mismo la genuina casulla pluvial de San Epafrofito, santo y obispo. Y recuerde, todos aquellos que completen esta colección obtendrán una bula con indulgencia plenaria firmada por nuestro amantísimo Rouco Varela.

2 comentarios:

Rick dijo...

Pues es una buena oferta, sí señor: solo con la bula de Rouco ya sería suficiente.

Y estoy seguro de que hará negocio, porque aún debe de haber gente aficionada a este tipo de material: nuestro ínclito caudillo Franco, sin ir más lejos, creo que tenía entre sus más preciadas posesiones el brazo incorrupto de Santa Teresa, que entre los coleccionistas debe de valer un potosí.

Chafardero dijo...

En el caso del generalísimo el brazo incorrupto era una redundancia pues alguien que llegó a caudillo por la gracia de dios no necesitaba de más ayuda divina