Hay quien muere de muerte natural y quien de muerte
accidental. Unos se despiden plácidamente en su cama rodeado de sus seres
queridos y otros acaban laminados por un piano de cola caído de un quinto piso.
Y después está otro tipo de muerte, que todos intentamos evitar, que son las
muertes tontas. No hay nada más indecoroso que hacer el ridículo en el último
lance.
A esta triste categoría pertenece el chico de
veintitrés años caído del balcón de su casa mientras intentaba buscar cobertura
para el móvil. El finado, a lo que parece, estuvo haciendo aspavientos con su
teléfono para ver si pillaba la onda cuando la traicionera ley de la gravedad
lo echó abajo en Beniajan, Murcia.
Desde luego, un caso de libro de tech victim, con
resultados fatales. Gente que se juega el tipo encaramada al quicio de un
balcón para saber qué se cuece en los mentideros de facebook, ver las novedades
del timeline de twitter o el último vídeo de paridas en whatsapp. Qué tiempos
en los que vivimos tanto de los estímulos emanados del ciberespacio como de la
realidad que nos rodea, tan sosa ella la mayoría de las veces.
Quizás la familia debería declarar responsable civil
subsidiario a la cicatera compañía de telefonía que escatimaba la tan ansiada
cobertura. Solo nos queda el consuelo de que según las ultimas informaciones
San Pedro ha instalado WiFi gratis para todos los residentes del cielo. El
nuevo residente podrá así aliviar un poco el profundo aburrimiento del lugar.
La eternidad, entre partidita de Apalabrados y otra de Angry Birds, se hace más
corta.
2 comentarios:
Es un signo de los tiempos, no hay duda. Aunque dicho esto, también hay que admitir que el muchacho era un poco alocado: total, un cruce de frases más o menos ociosas tampoco sería muy urgente, digo yo.
Otra cosa es una escena que he visto hace poco en la tele: un grupo de refugiados sirios en uno de esos campos perdidos, braceando como locos con sus móviles en pleno desierto. Esos sí que me dan un poco de pena. Como decía uno de ellos, "medio día buscando la señal para hablar, como mucho, medio minuto con la familia que no sabe qué ha sido de nosotros".
Unos tanto y otros tan poco...
@ Rick:
realmente triste, pero gracias en este caso a la escasa cobertura sus familiares al menos saben que siguen vivos. Un ejemplo de cómo el móvil vale más que para tontear por las redes sociales.
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