A priori, aquel supermercado no reunía las premisas
ontológicas necesarias para deliberaciones de calado, aunque a posteriori se
demostró que cualquier lugar es bueno para la refutación del contrario. En síntesis,
la bronca fue como tantas otras, pero desde el punto de vista analítico se
abren nuevas posibilidades para la especulación metodológica.
Y es que Kant está de plena actualidad. Tanto, que dos
tipos de una localidad al suroeste de Rusia, mientras estaban en la cola del súper
para pagar unas cervezas, iniciaron una discusión sobre el célebre filósofo
prusiano que llegó a las manos y terminó a tiros, con uno de ellos en el
hospital y otro en el calabozo.
Desde el punto de vista del método no hay nada que
objetar pues siguieron al pie de la letra el principio socrático de la
mayéutica: utilizar la discusión como instrumento de conocimiento. No sabemos
si las tortas llegaron por culpa de la razón práctica o de la razón pura o por
alguna otra razón. Quizás uno defendía la preeminencia de la experiencia sobre
la lógica y su contrincante, echando mano del imperativo categórico, sacó una
pistola y se lio a tiros. A la luz de los hechos, creemos que han alumbrado una
nueva categoría kantiana, la tangana epistemológica, elemento que los neo
kantianos llevaban tiempo intentando definir para perfeccionar el edificio
teórico del maestro.
No parece despreciable en este suceso los largos años que
los rusos estuvieron expuestos al materialismo histórico. La razón dialéctica y
su idea de que la tesis y la antítesis tienden a la confrontación explica en
parte lo sucedido, sobre todo si hay cervezas de por medio.
Queda por demás pensar que una disquisición de estas
características se dé en nuestras latitudes. Aquí la querencia son los
planteamientos sartreanos, ondas meditaciones existenciales del tipo volverá
Casillas a la portería del Madrid o cuándo se recauchutará de nuevo Belén
Esteban, que todo lo demás son banalidades.
2 comentarios:
Bueno, ahora habrán pasado de moda, pero recuerdo muy bien las discusiones bizantinas en los bares sobre asuntos tan elevados como los filosóficos o los políticos que a veces llegaban a un grado de violencia verbal estimable. Sobre todo a mediados de los setenta, con aquellas broncas entre trostkistas y estalinistas, por ejemplo, que eran primorosas.
Sí, ahora la cosa está entre Casillas o Belén Esteban, aunque también de eso ha habido siempre: pon en una jaula a un hincha del Barça y otro del Madrid y ya verás.
Razón tienes de aquellas discursiones bizantino-marxistas, en las que el alcohol también ayudaba. En lo de los hinchas prefiro no hacer el experimento, por lo que pudiera pasar
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