Hay olvidos que ni
con la muerte se perdonan, y si no lean la esquela. Ya puede uno haber llevado
una vida ejemplar, ser modelo a seguir entre sus pares, guardián de las más
acrisoladas virtudes, entregado esposo, ímprobo padre, que como se muera sin haber
revelado su secreto de la paella de escabeche, todo lo demás quedará en agua de
borrajas.
El único consuelo
que le restaba a los deudos, reunirse alrededor de un arrocito en recuerdo de
aquel gran cocinero, se va a empañar por la terquedad de éste en llevarse su
receta al otro barrio, donde sabido es que de poco le va a servir, que en el
cielo llevan una vida muy frugal.
Todavía hay esperanza, quizás el secreto esté escondido
en una de las cláusulas del testamento y se lo legue a su nieta favorita o a la
congregación de las Esclavas de Santa Rita. También pudiera ser que un buen día
apareciera entre los papeles del finado y la familia cediera la receta para
beneficio de la humanidad. No perdemos
la fe en ello, ni el apetito, pues se nos hace la boca agua pensando en el
escabeche.
4 comentarios:
Pues si se marchó sin dejar la receta, tan bueno no era: seguro que hay un lado oscuro que la familia no quiere revelar, o que incluso ni ellos conocieron. Porque vamos, tanta bonhomía para luego quedar mal por ese lunar...
De todos modos... paella de escabeche. Que cosa más rara.
Pues sí, yo tampoco había oído nunca semejante plato, y ahora que su principal intérprete se ha ido con el secreto, mal lo tenemos para catarlo
Pues creo que el funeral lo celebraron un poco tarde. Ya que por los días que pasaron, el fiambre ya cantaría. Fíjate que en un entierro todos hablan bien del muerto, no hay ninguno malo. Joder paella de escabeche, y eso ¿sabe bien?...
Saludos chafardero.
Razón tienes que este fiambre ya estaba escabechado.
Un placer tenerte por aquí
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