lunes, 3 de febrero de 2014

Alas de papel



La más alta manifestación de la papiroflexia es  la fabricación de aviones de papel. Al placer de crear de una humilde hoja una compleja aeronave  se une la azarosa experiencia de echarla a volar. Hay quien se especializa en las gráciles pajaritas que requieren de mil pliegues y pulso firme para su elaboración, pero pronto acaban criando polvo en alguna esquina, incapaces del más leve batir de alas. Los principiantes se dedican a los sencillos y funcionales  sombreros, pero como te vean con uno por la calle acabarás tachado de majareta.Solo los aviones de celulosa dan juego más allá de su construcción.
Para hacerlos se requieren conocimientos de aerodinámica que el común de los mortales no manejamos, recurriendo al científico método de prueba y error. Hay que sopesar el tamaño de las alas, el ángulo con el que cortan el aire, que el fuselaje no lastre el diseño, sin olvidar el gramaje del papel y su  rigidez.  Muchas variables que a la hora de la verdad, cuando lanzas el avioncito, pueden dar al traste con el vuelo inaugural. Unas veces con el impulso inicial planea un par de metros antes de hacer un aterrizaje de emergencia. Otras, nada más soltarlo, entra en barrena para estrellarse a un palmo de nuestros zapatos. Algún diseño casualmente acertado, y ayudado por las corrientes, navega por los amplios espacios de la habitación con serena elegancia. Después están las líneas compactas de los aviones diseñados para las piruetas. Lanzados con todas las fuerzas, describen raudos tirabuzones, giros y requiebros vertiginosos antes de estamparse contra una estantería, o si hay más suerte, caer sobre la mullida cama.
Parece que el espíritu de estos objetos voladores identificados sigue vivo, y ahora toma nuevo impulso con PowerUp 3.0, un diminuto motor que puede ser acoplado a cualquier nave de papel y convertirla en todo un avión teledirigido vía teléfono móvil. Con este pequeño gran invento parte de la frustración padecida por nuestra falta de habilidades aeronáuticas se verá mitigada. El motor consta de una diminuta hélice y un timón. Carga energía para un vuelo de diez minutos, toda una odisea para lo que estábamos acostumbrados hasta ahora.
Instale PowerUp en su avión de papel y reviva los tiempos heroicos de la aviación. Láncese en picado sobre los cielos de Francia como Von Richthofen o cruce el Atlántico sin paracaídas como Lindbergh. Aunque no lo parezca, la papiroflexia puede ser un deporte de riesgo.

8 comentarios:

Doctor Krapp dijo...

Así empezaron los que construyen drones para matar supuestos terroristas y mira lo lejos que han llegado.
Chafardero, ten compasión de los que tenemos vista cansada y necesitamos gafas para leer.
Gracias y un abrazo

Aristos Veyrud dijo...

Una curiosidad que hará gozar a los aficionados de este pasatiempo.
Saludos!!!

Rick dijo...

Yo siempre he sido un desastre para este tipo de artes: el avión pelado, el fuelle aquel que se rellenaba con polvo de tiza y para usted de contar.

Pero con este novedoso invento será cosa de pensárselo. Y tal vez se le pueda añadir un micro, una cámara y... ya tenemos un dron, como dice herr doktor. Aunque el problema va a ser la endeblez del papel normal: quizá haya que pasarse al cartón, por lo menos.

Rafa Hernández dijo...

Curioso es, pero yo para esas cosas soy un negado total.

Saludos.

Chafardero dijo...

@ dr Krapp
Lo habitual es que se invente para la guerra y luego se encuentre una utilidad pacífica, pero esta vez será al revés.
Ya siento lo de la letra. El maldito editor de textos de blogger no me hace ni caso, a ver si lo arreglo.

Chafardero dijo...

@ Aristos
a mí ya me gustaría tenerlo, aunque no sé nada de su precio.

Chafardero dijo...

@ Rick
ya veo que le sacan ustedes unas utilidades muy belicosas al invento. Yo imaginándome en el parque haciendo piruetas y ustedes en Afganistán espiando talibanes.

Chafardero dijo...

@ Rafa
ahora tendrás la oportunidad de ser un as de la aviación sin salir de casa.