lunes, 2 de junio de 2014

Oficios para el recuerdo





La actividad eremítica es una de tantas formas de perder el tiempo a la que te metes por vocación, pues la búsqueda de lo absoluto bajo un cerro pelado o en lo más recóndito del desierto nunca puede estar bien pagado, al menos desde el punto de vista material. Quedan lejos los gloriosos tiempos en que ascetas como Simón el Estilista pasara treinta y siete años encaramado a una columna para espiar sus pecados y de paso atisbar la venida del altísimo. Otros, en cambio, bien por vértigo a por apego a la tierra, se parapetaban al fondo de lóbregas cuevas a la espera de los cuatro jinetes del apocalipsis. A la iglesia organizada nunca le gustaron estos tipos que iban por libre sin más disciplina que el cilicio y las privaciones, pero con el paso de los siglos los fue domesticando. Hoy en día poca guerra dan, hasta el punto que es difícil cubrir las vacantes de los cuatro puestos que quedan.
En Solothurn, Suiza, el ayuntamiento busca una persona idealista, religiosa y que le guste el trato con la gente para trabajar de ermitaño por ochocientos veinte euros al mes, casa y comida aparte. El puesto de trabajo estaría en la ermita de Santa Verena, el lugar más visitado de todo el municipio. El candidato, aparte de meditar sobre la mácula que representa para el género humano el pecado original o cómo la gracia de dios condiciona nuestro libre albedrío, tendría que satisfacer la curiosidad de los visitantes, mantener las instalaciones y ayudar en bodas y bautizos.
El que esté pensando en huir del mundanal ruido y dedicarse a la descansada vida con este trabajo que se vaya olvidando. El anterior ermitaño dejó el trabajo por estrés. Si antiguamente la principal causa de muerte en este gremio era el aburrimiento, ahora parece que viven a tumba abierta.
Vista las responsabilidades del futuro ermitaño el sueldo nos parece bastante magro, sobre todo para la rica Suiza. Quizás se deje notar en la nómina el ascetismo inherente al cargo, o no han renovado el convenio colectivo desde el siglo XV. Si no tienen nada mejor que hacer pueden mandar su currículo. También sería la tapadera perfecta para algún testaferro del PP o cualquier otro dirigente popular con cuenta en la confederación helvética. A la par que vigila de cerca su dinero en esta vida gana puntos para la otra. Salvará su alma y su cuenta corriente de una sola tacada.
















6 comentarios:

Rick dijo...

Sí, la verdad es que resulta un poco raro un sueldo tan bajo teniendo en cuenta el país y el stress al que se verá sometido el interesado. Pero quién sabe, tal vez sea parte de un plan de mortificación para el alma extraviada que acepte ese trabajo...
o vaya usted a saber.

Doctor Krapp dijo...

Es raro debe ser por el sueldo. En cambio había muchos candidatos a farero aunque sea una profesión en decadencia.
Me parece que nunca hubo un momento más indicado que éste para huir por patas del mundanal ruido.

Chafardero dijo...

@ Rick
parece ser que hay una serie de complementos salariales, pero que solo se percibirán en la beatitud de la otra vida.

Chafardero dijo...

@ Dr Krapp
pero este no es el caso, que no hay nada más mundanal que las manadas de turistas invadiéndolo todo.

U-topia dijo...

Los oficios que se han convertido en anacrónicos son legión. Que el estres llegue a los ermitaños es el signo de los tiempos.

Los eremitas ascetas siempre me han llamado la atención, ¿personas libres de verdad o locos a su aire? [casi parece lo mismo ¿no?]

Chafardero dijo...

A U Topía
buena pregunta la tuya: desde el punto de vista actual creo que estaban como cencerros, pero en su época era una forma de librarse de las normas eclesiásticas y seguir un camino más personal en la experiencia religiosa