Difícil resulta encontrar parangón en la trayectoria artística de Amancio Prada, juglar a lo divino,
trovador profano, inagotable fuente de belleza. En un mundo que vive de
espaldas a sí mismo, solo voces abrasadas en el lirismo como la suya
nos acercan a la olvidada verdad.
Decía
Amancio Prada en uno de sus conciertos que su secreto consistía en
saber extraer la música que se escondía entre los versos, en hacer real
la melodía secreta que se destila en un poema. Un recorrido por su
discografía nos muestra la amplitud de su obra, desde las antiguas cantigas galaico portuguesas hasta las de Álvaro Cunqueiro, los romances tradicionales o el divino Cántico Espiritual. Grandes discos con sonetos de Lorca, poemas de Carmen Martín Gaite, o Juan Carlos Mestre entre otros, donde el milagro de su música alza esos poemas hasta el cielo de lo sublime.
Aquí lo tenemos interpretando Tú cuya mano, poema de Agustín García
Calvo que hace poco se fue, dejándonos un poco más huérfanos.
Vaya este humilde homenaje en agradecimiento al deleite ofrecido por sus canciones, permanente fuente de belleza.
6 comentarios:
Bonita canción sí señor.
Saludos.
La belleza de la exquisitez, diría yo. Lo he visto dos veces en directo y ya solo su presencia sobre el escenario parece crear un aura que te aisla de la contingencia espacio/tiempo. Es un juglar, de acuerdo; pero con un toque místico muy personal.
Me uno a tu homenaje, es un poeta y un músico de poetas. Me gusta su sobriedad a la que se une la ternura y la sensibilidad.
a Rafa:
De las más bellas canciones de amor, sin duda.
@ Rick:
Tuve la oportunidad de hablar un rato con él en unos encuentros de poesía y en persona desprende el mismo magnetismo que sobre el escenario.
a U-Topía:
Dices bien, un músico y un poeta en la misma encarnadura.
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