Cirilo
iba a dar cumplida respuesta al ataque personal de su eterno enemigo, envidioso
desde siempre de su lógica analítica, su brillante gimnasia dialéctica, de la
escuela filosófica de la que era principal referente, el perspectivismo oblicuo
sustantivo, y su éxito entre las damas. Pero Aniceto no le dio pie, continuando
con su alegato.
—Está
pronto a publicarse en la Revista de Antropología del Páramo un estudio
auspiciado por mi modesta persona y un grupo interdisciplinar de científicos de
Ventorrillo, entre los que destacan don Pantuflo, aquí presente, en el que
acumulamos tantas evidencias sobre cuál es el verdadero antecesor del hombre,
que sus peregrinas ideas quedarán para mentes crédulas y totalmente alejadas
del método científico. Y es que estamos en condiciones de afirmar que el hombre
desciende del gallo, y la mujer, evidentemente, de la gallina.
Semejante
revelación cayó como una bomba entre el auditorio, aunque Cirilo mantuvo
impávido el gesto. Pero poco a poco fueron rodando mejillas abajo unos
lagrimones que terminaron en una explosión de risa y manotazos en la mesa, lo
que no amilanó a su oponente.
―Ría,
ría usted, so primate, que bien se ve que no tiene argumentos para rebatirme.
Después de un concienzudo estudio de todos los corrales y gallineros del Páramo
y de cotejar los datos recopilados, hemos llegado a la conclusión de que los
paralelismos que hemos comprobado entre la sociedad gallinacea y la humana
hacen que de manera necesaria la sociedad avícola sea la predecesora de la
humanidad. Tanto el hombre como el gallo son animales individualistas, amantes
de su independencia, y a su vez, líderes naturales y valedores del principio de
autoridad. Tienen a su cargo la protección de la comunidad, a la que donará sus
mejores genes en un acto desinteresado. Por otra parte, la mujer, como su
antecesora la gallina, es un animal eminentemente gregario, dependiente en todo
momento de la voluntad del macho, destinada a satisfacer sus necesidades y
mantener limpio el gallinero. Indubitables, incontestables, definitivas son
nuestras conclusiones, sacadas de la observación directa de la naturaleza, y no
de vagabundear por países extranjeros gastándose el dinero de los
contribuyentes en cuchipandas.
8 comentarios:
Lo de las gallinas más parece un recurso a mano, podrían ser patos, golondrinas o urracas. En fin echamos de menos en tiempos de anonimatos urbanitass a aquellos ocurrentes de casino provinciano tan loados en las viejas historias.
A más de uno le parecerá muy conveniente esta teoría gallinácea, estoy seguro; entre otras cosas por las connotaciones que muy elegantemente has obviado. De todos modos, estoy con herr doktor en que se echan de menos los casinos provincianos y su encantadora fauna. Hoy en día no hay sitios donde desbarrar a gusto, como no sea en los mítines políticos.
Ahora ya ni tan siquiera eso. Si hay que discutir o hablar sobre algo, ya sólo quedan los bancos de los parques, para que te caguen las palomas
Abrazo
Que bien reflejas las disquisiciones en los ambientes académicos cerrados y endogámicos que tienen este nivel que señalas de forma tan divertida.
Uy, yo siempre había oído que las gallinas eran muy marranas, de ahí ese dicho de que "esto está más sucio que la pata un gallinero".
@ Doktor Krapp:
pena de aquellos intelectuales de salón, cuánto saber se fue con ellos.
@ Rick:
los gallineros políticos son un elemento más que nos vincula con las sociedades gallináceas, con el agravante de que encima el gallo político se come todo el pienso
@ Rafa:
La caca de paloma bien administrada es una buena arma disuasoria.
@ U-Topia:
sí, siempre me han gustado esos ambientes endogámicos y suficientes en los que todo lo que sea su pequeño mundo pasa totalmente desapercibido.
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