Suele decirse que la verdadera revolución sexual se inició
cuando se popularizó el uso del coche, sobre todo entre los jóvenes. Aquellos
zagales que solo podían folgar tras la era o en lo profundo del bosque con
riesgo de ser pillados en pecado por las autoridades o sus escandalizados
padres vieron en el utilitario el vehículo perfecto para dar rienda suelta a
sus fantasías. De acuerdo que los diminutos 600 o los Sinca 1000 necesitaban de
buenas dosis de imaginación para poder follar, pero seguro que el manual de
posturas eróticas se amplió bastante gracias a las limitaciones que imponía la
industria automovilística de la época.
Con el paso de los años el coche sigue usándose como
picadero móvil, y muchas veces de reclamo, que todavía hay a quien se le caen las
bragas ante motores rebosantes de centímetros cúbicos y sus buenas frenadas
dejando la marca del caucho sobre el asfalto. Pero en general la peña tiene ya
asumidas las posibilidades amatorias de los carros.
Hasta que llega la tecnología a cambiar otra vez las cosas.
Varias empresas están diseñando coches autónomos, que se conducen solos,
mientras el piloto se puede dedicar a otros menesteres, como por ejemplo
follar. O eso es lo que supone el experto canadiense Barrie Kirk, pues en
varios autos autónomos de Tesla ya se ha sorprendido a los conductores leyendo
el periódico o lavándose los dientes, y el ayuntamiento carnal cree que es
cuestión de tiempo.
Si en los modelos tradicionales había que estacionar, a ser
posible en una zona tranquila, para poder meter mano, en los nuevos modelos que
se conducen sin manos se podrá practicar el mete saca sin parar, el coche
decimos. Un mundo de posibilidades se abre ante estos artefactos que van a su
bola mientras tu pareja te da bola. Montar una orgía a ciento veinte por la
autopista y enseñar el culo al ímprobo cobrador del peaje, empotrar a una
mulata paseando tranquilamente por la gran vía, marcarse un cunnilingus
mientras tu chica mira beatíficamente a los peatones del paseo marítimo, o un
sobrio misionero en la caravana de vuelta de semana santa serán dentro de poco
posibles. El sexo a cuatro ruedas pasará pronto a ser un tema más en las
autoescuelas, un motivo de peso para sacarse el carnet.
6 comentarios:
... Y al ritmo que van las cosas, llegará un momento en que ni el carnet de conducir será necesario (pobres autoescuelas). De todos modos hay cosas que nunca deben perderse, y una de ellas es la buena educación: si uno se va a dedicar al fornicio rodante deberá instalar cristales tintados, que hay niños cerca.
Todo un mundo de posibilidades que habrá que estudiar. Realmente no he olvidado las posibilidades del coche pero además en marcha, eso da que pensar.
Voy a desmentirle su argumento, Chafardero, no es cierto que la revolución sexual viniese con la automoción. Para nada, en realidad desde la más estricta antigüedad se llevaba eso de folgar en los carros de bueyes, diligencias y demás armatostes. En Galicia, ya se folgaba en los molinos como se puede comprobar en las muchas canciones, cántigas dedicadas a las liberrimas ayuntamientos con molineras, o muiñeiras, en los muiños. Quer me aspen si eso no es sexo en movimiento.
Por lo tanto esos coches autónomos que según Enrique Dans son el futuro más inmediato en nuestras autovías ya era cosa usada de antiguo ya que nadie azuzaba a los bueyes mientras los amantes estaban en pleno fornicio entre la paja o el heno.
@ Rick:
Es un apaño lo de los cristales tintados, aunque algo macarra. Y no hay que olvidar que a la peña le gusta dar el cante.
@ U-Topia:
es que la técnica avanza un barbaridad, lo que nos permite hacer más barbaridades.
@ Krapp:
Hace poco estuve en Galicia y todavía se comentan las andanzas de alguna molinera. Pero creo que es una fama excesiva la de estas chicas, que pareciera que tipo que asomaba por el molino se lo pasaban por la piedra.
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