Porque
los hay, y muchos. El paso del tiempo, los pasos a nivel, los niveles de renta,
los rentistas gotosos,
la gota que colma el vaso, el colmo de la paciencia, los pacientes terminales,
las terminales internacionales, los nacionales alzados, los críos descalzos o
las mentiras con calzador. El calentamiento global, las calenturas locales,
Felipe VI de bonito, los seguidores en Facebook de Coca-Cola, el café aguado,
la Trump Tower y las trampas
para osos. La
pobreza energética, las energías perdidas y las sinergías no renovables. También
están los mercadillos medievales, el libre comercio, el comezón al subirse a la
báscula, el bajar los brazos antes tiempo, los anuncios de lotería, la sonrisa
de Montoro, el desinfectante de los retretes públicos, la violencia
machista, el macho rematando de cabeza,
el equipo económico de Mariano, las apariciones marianas, las desapariciones de
fondos, los cajones desfondados, las ventanas abiertas a patios interiores, los
exteriores desérticos, las montañas de basura, los tertulianos haciendo
tortillas sin romper huevos y la tortilla sin cebolla.
Además de
estos motivos puede usted añadir los adornos navideños, los anuncios de
colonias o la soledad rampante de estos tiempos conectados. Por supuesto, se
aceptan todo tipo de motivos personales. Haga buen acopio y vaya el próximo 6
de abril junto a otras doce mil personas que se han dado cita para llorar a
moco tendido en Madrid y Barcelona. Si las penas con pan son menos, los lloros
a coro son más elocuentes. La risa nos diferencia del resto del reino animal,
pero las lágrimas nos acercan al prójimo. Quizás tanta gente llorando por lo
suyo y lo ajeno mueva algún corazón de cemento. Y si no pasan la tarde y se
desahogan, que tampoco viene mal.
6 comentarios:
Pues has dado muchos motivos para llorar y no parar, podría añadir algunos referentes a la enseñanza o a la sanidad, a otro nivel los chistes malos o los vídeos o fotos bobas que se reciben en el móvil... pero para qué.
¿Qué pasa el 6 de abril que no me he enterado?
@ U-Topia:
Simplemente eso, una quedada para llorar.
Y si pusiera todos los motivos, no acababamos nunca.
Me acuerdo de que cuando vivía en Madrid a finales de los 80 había una asociación de cabreados con sede en Tirso de Molina, luego están los indignados del 15M. Sería lamentable que todo aquel sano furor se convirtiera en el derrotismo del lloro y la lagrimita fácil. La risa es revolucionaria porque subvierte mientras que llorar acepta y se resigna.
Leyendo tu texto me acordé de aquel Aleluya de Aute.
Curioso, una quedada para llorar. Hay que ver lo poco que se espera ya de esta sociedad: hace un siglo había revoluciones proletarias, luego grandes revueltas, luego manifestacioones y huelgas, luego pequeñas manifestaciones, luego simples indignaciones que, ahora lo vemos, no han servido de mucho y por fin, como en un cierre de círculo, los lloros.
Supongo que dentro de un tiempo habrá otra quedada para lamentarse en bajito. Y luego ya no habrá más quedadas. Para qué.
@ doctor Krapp:
Yo soy también partidario de las risas, pero llama la atención tanta gente dispuesta a llorar.
Todo un cumplido comparar el texto con el Aleluya de Aute. Aquí el estribillo sería A llorar, a llorar.
@ Rick:
Bueno, ahora la revolución se hace a base de darle al me gusta en Facebook, que por cierto es de donde surge esta iniciativa llorona
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