Hace mucho, mucho tiempo, llegó a los
cines una peli que nos atrapó a los amantes de la aventura y la ciencia
ficción. Llevaba el tremebundo título de La Guerra de las galaxias, y nos
convenció de que la única frontera era nuestra imaginación, que el universo
entero podía ser el marco épico donde el bien y el mal librarían su eterna
batalla. Era la mejor space opera hasta la fecha, con un malo que causaba pavor
cuando asomaba su jeta acharolada, copia de Victor von Muerte pero sin el toque
de opereta del villano favorito de los Cuatro Fantásticos. Por si fuera poco,
Darth Vader se había construido un satélite mortífero, la estrella de la muerte,
diabólico cacharro destructor de planetas. Aquí también se dejaba sentir el eco
de Galactus, el devorador de mundos. La acción saltaba de mundo en mundo en
cruceros inabarcables o en naves rescatadas de la chatarra. La fauna humana y
sobre todo inhumana epataba en cada escena. Los protagonistas eran lo más
flojo: un moñas, un gracioso y un mono de dos metros. El elenco se completaba con una princesa que
no necesitaba ser salvada, y unos bufones robóticos. Y mundos exóticos, sables
láser, persecuciones por media galaxia, y bichejos repugnantes. Una historia que sin ser nada del otro mundo
cautivaba y atrapaba al ofrecer una aventura en un nuevo universo.
La primera película colocó el listón
muy alto y la segunda mantuvo el tipo. Con la tercera comenzó la cuesta abajo,
inclinándose hacia lo infantiloide. Pero desde los títulos de crédito de Una
nueva esperanza se creó una legión de fans incondicionales que construyeron un
altar jedi en el que adorar a sus héroes. Años después vendría la ampulosamente
llamada segunda trilogía, o segundo lote que se resolvía con muchos fuegos
artificiales y aburrimiento a manos llenas. Aun con críticas a mansalva, la
cuenta corriente de George Lucas siguió engordando a cuenta de los cabreados
fans. Hace poco han empezado la tercera trilogía donde parece que nos van a vender
de nuevo el mismo pescado, pero como mejora los bodrios anteriores la gente
está encantada. Además, están en camino ciclos dedicados a personajes secundarios,
así que no se extrañen si ven a R2-D2 regentando una tienda de empeños o a Han
Solo haciendo contrabando de cuchillas de afeitar. Aunque se pasen todo el
metraje limpiando boquerones, los fans seguirían llenando las salas.
Ahora que otra entrega se vislumbra
en el horizonte empieza el universo star war a repetir más que el ajo. La cosa
no es solo disfrazarse de soldados imperiales o hacer malabarismos con espadas
láser de juguete, es tomarse la religión jedi más en serio que la del papa de Roma,
analizar los flojos guiones como si de los manuscritos del mar muerto se
tratara, elucubrar sobre cualquier bobada que aparezca en un trailer, recrear
el halcón milenario con cajas de condones o adorar un girón del vestido de la
princesa Leia. La legión de seguidores está a media hora de resultar más
patética que los hinchas futboleros. La gente cuya principal motivación es la
de traducir los gruñidos de Chewbacca o analizar la situación política de
Alderaan ponen la estupidez humana un paso más allá. Solo queremos que Darth
Vader resucite y se los lleve a todos por delante, al lado oscuro o a una
galaxia muy muy lejana, a ver si dejan de dar el coñazo.
6 comentarios:
Jajajaja, es que la peña está muy zumbada... Solo vi la primera película y casi no me acuerdo de ella (me gusta poco la ciencia-ficción-fantástica, soy una antigua).
Si somos fieles a la terminología, habremos de distinguir entre la verdadera ciencia-ficción ("2001" o "Blade Runner") y las hazañas espaciales de tebeo como la serie de Star Wars. Pero en ambos casos lo esencial es no aburrir a la clientela, y a mí estos me aburrieron pronto. Echo de menos una aventura galáctica de la Warner con el Coyote y el Correcaminos, por ejemplo.
@ U-Topia:
pues en este caso concreto no te pierdes nada, vista la primera vas servida.
@ Rick:
Desde luego, los aparatosos accidentes del señor Coyote llevados a nivel cósmico pueden dar mucho de sí. Y las ganas que tenemos de ver una nave espacial marca Acme.
Brillante y sarcástico análisis
A mí me parece bien que la gente se divierta como quiera. Son modas, algunas pasajeras y otras más permanentes. El mejor libro que se ha escrito jamás iba de un friki del siglo XVI que se tomaba en serio las novelas de caballería, el Star Trek de la época, y se lanzaba a los caminos.
No hay nada nuevo bajo el sol, Chafardero.
@ Doctor Krapp:
Tienes razón, pero Cervantes solo escribió dos partes, y sus fans no se enzarzaban en saber cómo iba herrado Rocinante, cuántas vueltas le daba Sancho a la faja o tonterías parecidas, que es a lo que se dedican los galácticos.
Y hablando de caballeros andantes, por el blog va a pasear una temporada mi querido Flequillo Flojo, que muchas y gloriosas hazañas tiene que contar.
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