Las cabinas telefónicas son esa parte del mobiliario urbano
que se ha vuelto transparente a fuerza de no usarlo. Nadie cruza las calles con
premura ojo avizor en busca de aquellos quiosquillos acristalados para dar
recado de que llegará tarde a la cita con su amada, pasarle el soplo a la pasma
sobre una red internacional de tráfico de valores postales o llamar a la tía
del pueblo por saber qué tal iba la recogida de la patata. Desde que llevamos
teléfonos en el bolsillo miramos por encima del hombro ese vestigio del pasado donde
por unas monedas podías poner llamadas locales y hasta conferencias. A pesar de
que las compañías pasan de ellas se resisten a morir, y como se ve en la
fotografía, hay quien le encuentra nuevos usos. Seguro que más de uno con un
apretón agradecerá el poder evacuar de forma correcta viendo la vida pasar en
vez de meterse tras un seto o ir al retrete cutre de algún bar. López Vázquez
quedó atrapado en una, hoy sería difícil pues nadie entra en ellas ni a robar
la magra recaudación, pero como urinario quizá tenga futuro estas piezas del
pasado. Se necesitaría alguno de estos influenciers a los que les falta un
hervor para subir fotos a Instagram alabando el marco vintage y los
sorprendentes efectos sobre la motilidad intestinal de las queridas cabinas y
que sus seguidores se caguen de envidia.
4 comentarios:
Hombre, como alternativa utilitaria no está mal, pero... así, a la vista de todos...
¿No será una performance de esas?
No me creo la realidad de esa wc en la cabina aunque tampoco parece un nuevo Duchamp.
Recuerdo que en París había unas cabinas de baño en las calles que tenían la peculiaridad de ser transparentes hacia el exterior pero opacas hacia dentro. No llegue a usar ninguna porque no me gusta realizar ciertas actividades contemplando el bullicio de las calles.
@ Rick:
Pudiera ser, aunque más me parece una gamberrada (que a veces poco se diferencia de una perfomance)
@ Doctor Krapp:
desde luego, si eres de tránsito lento en una de estas no se acelerará el proceso no.
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