Hay muchas formas de ganarse la vida: encima de un andamio, debajo del agua, en una poltrona o en un banquillo, en lo público o por su cuenta. Y después están los que viven del aire, como Stephanie Matto, modelo e influencier que vende sus pedos a precio de oro. Es una de estas profesiones hijas de su época, cada vez hay menos castañeras pero más pedorras. La gente se pone cachonda con cosas muy raras. La adoración por los pies que sentían Buñuel o Tarantino ahora parece más inocente que la afición de las novicias por el tocino de cielo. La debilidad nipona por las bragas usadas de adolescentes no es más que una travesura de ejecutivos a los que les aprieta la corbata. La nueva frontera del fetichismo son las flatulencias embotellada al vacío. Destapar el tarro de las esencias íntimas, aspirarlo hasta embriagarte, imaginar que te haces con lo más secreto de esa mujer, que los vapores que una vez fueron suyos ahora forman parte de ti, eso no tiene precio. Pero sí lo tiene, y muy alto. Más de mil dólares el tarro.
A cuenta de tocar las narices al personal Matto tiene el riñón cubierto. Tal es su éxito que ha tenido que subir la producción para saciar a los que beben los aires por ella. Con una honradez que no sabemos si será propia del gremio, no subcontrató la generación de ventosidades. Para aumentar el meteorismo de su organismo se puso a dieta de alubias, huevos y demás productos que dejan las tripas como un gaseoducto. El cuerpo de Stephanie Matto no soportó la presión gasística y tuvo que ser ingresada con síntomas de preinfarto. Mientras sus rendidos admiradores contienen la respiración, los médicos le advierten de que se deje de ventoleras si quiere llegar a vieja. Nosotros le aconsejamos que diversifique la oferta. Si de verdad quiere dejar un recuerdo indeleble, que embotelle el sublime aroma que desprende la freidora de una churrería, billete seguro a un viaje astral al otro lado del arco iris. Su pompis se lo agradecerá y sus fans, con la pituitaria ya atrofiada por sus descargas anales, ni se darán cuenta.
10 comentarios:
Joder, cuando he comenzado a leer eso de "vende sus pedos a precio de oro" creía que era coña.
Ya ves, y nosotros perdiendo dinero.
Pues yo también pensaba al principio que era coña, pero según voy leyendo deduzco que no. Ahora, que si hay gilipollas que paguen allá ellos. La estupidez humana nunca dejará de sorprendernos.
Hay gente que está fatal... Hay cosas que no me entran en la cabeza. Parece que, sea cual sea la demanda, siempre aparecerá una oferta que la cubra, y aunque en este caso los enfermos (porque no se me ocurre que puedan estar mentalmente sanos) son los clientes, también hay que tener estómago, y nunca mejor dicho, para establecer según qué negocio.
No es tan rara la cosa, te recuerdo que Gwyneth Paltrow, he tenido que copiar el nombre, hace velas con los olores de su vagina o de sus orgasmos. Luego también es cierto que los políticos venden humo aunque desconozco si va en botes o en otros recipientes.
Afortunadamente estoy a salvo de estas insensateces por mi condición anósmica.
Salud.
Desde luego, hay formas mucho más baratas de disfrutar de los pedos ajenos
Pues Matto dice que deshizo de prejuicios para montar el negocio, vamos, un acto de liberación en toda regla.
Sí, le dediqué un artículo también. Quizás aunen fuerzas para crear sinergias, vendiendo kits con sinfonias de olores púdicos, solo para almas etéreas
¿En serioooo? No puedo creer tamaña estupidez, pero lo asombroso es que alguien lo compre. Que mal estamos...
Bueno, tras esnifar los aires de esta mujer algunos parece que se quedan muy bien
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