lunes, 7 de noviembre de 2022

El cuerpo del delito


 

Vivimos tiempos terroríficos, y no solo por las fechas que corren. Hasta las acciones más altruistas acaban explotándole a uno entre las manos, como le ocurrió al estadounidense Jim Stauffer. Cuando en 2013 murió su madre Doris víctima del Alzheimer, decidió ceder su cuerpo a la ciencia para que investigaran esa maldita enfermedad que exilia a tanta gente a los callejones del olvido. Firmó un documento con el Centro de Recursos Biológicos de Arizona, que se hizo cargo del cadáver. Un tiempo después le entregaron una caja con las cenizas de su madre. En principio todo correcto.

Años después Reuters descubrió a que se dedicaban realmente en aquel centro. Concretamente, a Doris le cortaron una mano para incinerarla y entregársela a su hijo. Al resto del cuerpo le esperaba un destino más agitado. Se lo vendieron al ejército, justo lo que había prohibido expresamente su hijo en el acuerdo firmado.

Los ejércitos están llenos de gente inquieta y con ganas de experimentar, y no precisamente con gaseosa. Ataron el cuerpo de la buena de Doris a algún cacharro y debajo pusieron una generosa cantidad de explosivos. La hicieron saltar por los aires. Era la mejor manera de saber qué pasa cuando estalla una bomba bajo un vehículo. Se ve que les faltaba imaginación y necesitaban datos empíricos. Convirtieron a Doris en carne picada. Todo sea el progreso del arte de la guerra, una de cuyas bases es saber de cuántas maneras puedes reventar al enemigo, o al amigo llegado el caso.

Se imaginarán cómo se le quedó el cuerpo a Jim al saber que el de su madre lo habían hecho picadillo. Junto con otros afectados por la poco ética y truculenta praxis de la institución han puesto una demanda. Pero resulta que el FBI cerró el centro en 2014, y su informe parece una secuela de la Matanza caníbal de los garrulos lisérgicos. Cuentan en él que tenían una nevera llena de penes, no se sabe si para hacer una comparativa, una sopa o para ponerlos en órbita. También se encontraron un gran torso sin cabeza, al que le habían cosido una cabeza más pequeña, el típico experimento que hace avanzar varias décadas la investigación científica. En fin, cerraron el museo de los horrores, a ver si los familiares pueden cerrar ese episodio como quien baja la tapa de un ataúd.

7 comentarios:

Rick dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rick dijo...

Uf. Se me fue el dedo al botón antes de tiempo...

Decía que esta es una buena prueba de los contrasentidos de los servicios secretos, sean militares o civiles: hacemos unas cuantas cosas de las que es mejor que no te enteres, por tu bien. Ah. ¿Y quién decide cuál es ese bien?. ¿Y si se les va la mano (como se les ha ido tantas veces, y tu entrada es un buen ejemplo), a quién reclamamos? ¿Y por qué pueden saltarse los códigos deontológicos, la ética y lo que haga falta con tal de conseguir sus objetivos, que muchas veces son delirantes?

Pero claro, si te metes con los "servicios de inteligencia" es que eres un mal patriota o, directamente, un traidor. Y hala, a seguir jugando al laboratorio de los horrores hasta que un día se les vaya la mano a lo grande y pase algo gordo.

Doctor Krapp dijo...

No me fío, para mí que esa es una fake news lanzada por Trump que tiene y ha tenido muchos problemas con el FBI y no les perdona que hibieran descubierto sus manejos con Rusia.
Es curioso los muertos no se escandalizan para nada de lo que hacen con sus restos.

Rodión dijo...

A ver si los familiares reciben la debida compensación, sí, porque el asunto tiene tela.

No tiene nada que ver, pero, por relación de ideas, esto me ha recordado a los varios escándalos de corrupción en torno a algunas ONG's. Esos escándalos me cabrean especialmente porque hacen un daño doble, por motivar la desconfianza extendida sobre los gestores de todo tipo de ONG's. El caso de Jim Stauffer, como digo, es diferente, pero una vez destapado que hay quienes se pasan por los mismísimos las peticiones expresas de los familiares de los finados, allí muchos se lo pensarán dos veces antes de donar sus órganos o sus cuerpos a la ciencia o a los servicios sanitarios.

Chafardero dijo...

@ Rick:
Tienes toda la razón. Ningún ente público debería estar sin supervisión, pero como los de los secretos son intocables, pues así estamos.

Chafardero dijo...

@ doctor Krapp:
Seguramente muchos patriotas legarían encantados su cuerpo al estado para lo que fuera menester, pero que les den la opción cuando estén vivos todavía.

Chafardero dijo...

@ Rodión:
de los ejercitos no se puede esperar nada bueno, pero sí que fastidia más que por chanchullos puntuales en ONGs la gente acabe mentiendo a todas en el mismo saco